Aquí el barro que somos nos exalta
y en sábanas de hierba tú me bordas.
La armonía perdida se recobra.
Dentro vuela un halcón y un ciervo salta.
El bosque se nos brinda en copas altas
donde un vino de sangre se desborda.
A mí me falta lo que a ti te sobra
y a mí me sobra lo que a ti te falta.
Para este barro nuestro insatisfecho,
aunque tengamos todos los veranos,
son pocos pechos para tantas manos,
son pocas manos para tantos pechos.
Y luego te recuestas en mi hombro
y todo es gratitud, amor y asombro.
(de NIÑOS AL HOMBRO, de Jesús Cotta)