Tú nunca dejarás de sorprenderme.
Me has dado el universo como prenda
y por amor tu cuerpo como ofrenda
para tener más formas de quererme.
Multiplicas los panes y los peces,
me lavas con las lágrimas más puras,
me alumbras en las noches más oscuras
y en mis desiertos manas y floreces.
Entras como un león en mis moradas
y tras matar mis monstruos con tu espada,
te asomas a mi puerta, novio santo
y tímido, tan sólo para verme.
¿Cómo puedes, mi bien, quererme tanto?
Tú nunca dejarás de sorprenderme.
13 comentarios:
Preciosa poésia. Aún más precioso el sentimiento que describe.
Me ha recordado al mejor Lope. Un LOpe del s. XXI, claro. Y me quedo con ese verso que abre y cierra.
Pues sí, tiene un sonido muy clásico este maravilloso soneto. El verso final me parece deslumbrante.
Un fuerte abrazo.
Tocayo, somos tocayos los dos en ese sentimiento.
Enrique, vaya, no había caído yo en la cuenta de lo lopesco del soneto. Los grandes maestros trazaron las grandes calzadas y por ellas tiramos los demás.
Juanma, gracias. Un forte abrazo.
Menos mal que hace calor y tengo la boca seca, de lo contrario se me estaría cayendo la baba. Un diez.
Jesús, me ha agradado leer este soneto. Sin duda, en él se nota la influencia de Lope de Vega y sus "Rimas sacras"; y el penúltimo verso me recuerda al soneto anónimo "No me mueve, mi Dios, para quererte [...]".
Yo también he escrito poesía sacra; de hecho, una parte de mi libro "Tratado de la luz" está formada por una serie de sonetos a Cristo, aunque ahora estoy en un período de grandes dudas.
Enhorabuena por seguir escribiendo poesía religiosa en un tiempo en que la mayoría de los poetas le dan la espalda a Dios.
Outsider Friar, lástima no poder refrescarnos los dos la boca tomándonos unas cervezas. Gracias.
Ramiro, no sé quién dijo que los creyentes de hoy no creemos porque sí, sino que queremos creer, porque el ambiente no nos ayuda a seguir creyendo. Las dudas las tenemos todos. La poesía ayuda a sobrellevarlas y a veces a resolverlas. En cuanto a tu poesía sacra, la buscaré. Me gustan los sonetos a Cristo. Un abrazo.
ay, Jesús, yo no entiendo, pero sí, me suena a Lope, y sobre todo me suena a que la constante sorpresa -para bien y para mal- es señal del bien.
La rutina para el mal, para el diablo, siempre igual, nunca nuevo.
Un abrazo y gracias, especialmente tras ayer,
Aurora
Aurora, me gusta eso de asociar la sorpresa con el bien. El perder la capacidad de asombro tiene que ver con el desengaño, la soberbia de creer que uno lo ha visto todo. Un beso.
Es lo que esperamos de otros cuando los "endiosamos", y con eso les condenamos a decepcionarnos.
Hay cosas que sólo se pueden esperar de Dios. Si se puede esperar, habría esperanza. A mí me gustaría que la hubiese, aunque no siempre la siento.
Pero disculpa, porque este poema no es lugar para dudas, Jesús, felicidades.
Olga, qué buen argumento el tuyo para no endiosar al otro: condenarlo a que nos decepcione. Respecto a la duda, yo soy la duda andante, aunque este poema me salió gozoso y agradecido. Pero la vida a veces es tan dura, que me moriría de pena sin esperanza. Me ha servido de mucho tu comentario.
Muy bueno el poema. No hay nada que disuene ( y eso es difícil en un poema de ritmo y rima estrictos), y esa mezcla de lo profano y lo sagrado hace que se convierta, sencillamente, en un gran poema de amor. Enhorabuena.
Carlos
Gracias, Carlos. Estaba yo mustio esta noche y me has alegrado.
Publicar un comentario