jueves, 17 de enero de 2013

De mi muerte

Me impresionó un documental en el que una mona no hacía más que acunar a su cría muerta, sin comprender qué pasaba. Los otros monos, a su manera, intentaban consolarla, pero ella no se apartaba de su cría.

Me pregunté qué pensarían los primeros hombres en sus primeros chispazos de inteligencia cuando veían que el novio, la hija, la madre se les había muerto, que aquel cuerpo antes gracioso y vital era ahora una cosa muerta. ¿Dónde se había ido la persona?

No me consuela pensar que quedo en la memoria de mis deudos, porque esa memoria ya no soy yo. Tampoco me consuela alcanzar la fama, porque, además de difícil, esa fama no es nada ni nadie. Tampoco me consuela pensar que mi alma espiritual vagará en el mundo de las Ideas eternas y perfectas, porque a mí me gustan mucho los cuerpos. Lo que yo quiero es lo que promete el cristianismo con su Dios de vivos y no de muertos.

Sin embargo, muchos días me agobia, me aplasta la idea, casi la certeza, de que no somos más que átomos y vacío y miedo a la muerte, un resultado evolutivo con la  mala pata de que la inteligencia nos hace conscientes del tremendo final que nos espera: la nada eterna y absoluta. Me parece terrible engendrar hijos para una vida fugaz y una muerte eterna. Esa oscura perspectiva ensombrece mi vida. Hay gente a la que le importa un pimiento esa cuestión. Pero para mí esa es la Cuestión: ¿soy una criatura privilegiada y amada por el Autor de las Estrellas y por quien se baten los ángeles contra los demonios o soy solo un simio evolucionadito que no se resigna a la idea de la nada definitiva?

Aún recuerdo cómo un ser querido me decía en su lecho de muerte, angustiado, que tenía dudas, que no sabía si habría un más allá luminoso y yo le dije entre lágrimas que sí, que había un ángel muy bello en la cabecera de la cama diciéndome que Dios estaba deseando estrecharlo en sus brazos.

¡Por favor, que alguien me lo diga a mí cuando me esté muriendo!

8 comentarios:

Enrique Barrero dijo...

Me has recordado al gran Bécquer, Jesús.

¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es vil materia,
podredumbre y cieno?

Un abrazo, solidario con tus dudas, cercano en la esperanza de ese ángel.

José Miguel Ridao dijo...

Yo me consuelo pensando que los que se mueren son siempre los otros; eso en cuanto a mi propia muerte: la de los otros que amo, ya es otro cantar.

Un abrazo, Jesús.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Enrique, los versos de Bécquer no lo podrían decir mejor. Me siento hermanado con él y contigo si tenemos la misma angustia. Un abrazo, amigo.

José Miguel, sí, ese es el gran problema: la desaparición de aquellos que amamos. Para ellos, larga vida y, si es eterna, mejor. Un abrazo.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Tú eres de los que estás dejando una buena huella y, por lo tanto, tu otra vida será larga y fructífera para muchos.
Seguro que en tus últimos momentos no te faltarán consuelos, pero que tarde mucho Jesús.
Un abrazo

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
Si la idea del más allá sirve, como el alcohol, para ahogar las penas, no seré yo quien diga que sí ni que no.
25 neutonios.

Fernando Moral dijo...

Compartimos estado, angustia y sobre todo dudas, San Jesús Bueno Mártir.

Un abrazo.

lolo dijo...

"Amar a otros significa, según Gabriel Marcel, decir a ella o a él que "tú nunca morirás". Y como Dios nos ama, nunca moriremos"

Bueno, es lo que por otros motivos he leído esta mañana, porque a mí, que tengo pavor a la muerte de los que quiero y que no me planteo mucho el hecho de morir sino de sufrir, lo que de verdad me parece la Cuestión tremenda y aplastante es qué hago yo aquí si el Dios de la vida ha sido un truco. Y el cuerpo de los que amo y toco pasto de gusanos o incineración.

Jesús Cotta Lobato dijo...

No cogé ventaja, ¡gracias y Dios te oiga! Un abrazo muy grande y muy fuerte.

Dyhego, el alcohol ahoga las penas, pero el más allá les da sentido. Reciba usted mis neutonios.

Fernando, por eso nos entendemos bien. A ver si nos vemos pronto. Un abrazo.

Lolo, siempre me ha gustado esa frase. Yo creo que el amor nos salva de la muerte y por eso el Dios que más me gusta es el Dios Amor que es Dios de vivos. Yo siento tu misma angustia respecto a los seres que amo. Un beso.