lunes, 25 de noviembre de 2013

El príncipe, la princesa y la Virgen

Éranse una vez un príncipe guapo que no era valiente y una princesa valiente que no era guapa. Él se llamaba Hortensio y ella Robustiana. Y fueron ambos a la ermita de la Virgen a pedirle ésta belleza y aquél valentía.

La Virgen estaba lavando la ropa y tendiéndola en el romero cuando por la derecha vino él y por la izquierda ella. Y he aquí que, de pronto, en el huerto de la ermita, irrumpió un león y persiguió al príncipe que comenzó a correr y gritar como una nenaza, mientras el león se reía de lo fácil que iba a ser zampárselo. Y cuando iba a saltar sobre él, la princesa se interpuso entre ambos y atravesó sin temblar el vientre del león, lo despellejó e hizo una capa y vistió con ella al príncipe, que desde entonces se sintió el hombre más valiente del mundo (una inyección de autoestima que le duró toda la vida) y besó la mano de su salvadora, que desde entonces se sintió la mujer más hermosa del mundo (¡la de operaciones de cirugía estética que se ahorró con aquello!).

La Virgen puso en la mano de él la espada de san Jorge y en la de ella el peine de plata fina con que se peina en los villancicos y a cada uno en la frente un beso que aún les está brillando. Y, dando una voz, llamó a su hijo, que, dejando un momento el taller de carpintería, los casó allí mismo, con estrellas, sol y luna. Al convite los ángeles invitaron incluso a los faunos y las ninfas, que se bebieron todo el vino de Caná y pidieron allí mismo el bautismo.

Hortensio y Robustiana reinaron en un valle frondoso y tuvieron siete hijos capaces de tensar el arco de Ulises y ganar en un pulso a Hércules y siete hijas que cada vez que pestañeaban ponían en el cielo veinte estrellas nuevas de oro.

Y colorín colorado este cuento ha comenzado.

14 comentarios:

Varenka dijo...

Plas, plas, plas, plas (aplausos). Así hacen mis alumnos cuando les gusta un cuento, también se quedan con una sonrisa y también dicen "again again!" Los entiendo perfectamente.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Varenka, menuda suerte tienen tus alumnos de tener quien como tú les cuente cuentos tan bien y tan buenos. Un abrazo.

reyvindiko dijo...

¡Magnífico!

Jesús Cotta Lobato dijo...

Besos para tu gran familia en tu valle.

lolo dijo...

Precioso, Cotta. Lo coloco en el estante de mis cuentos preferidos, junto al de Michael Ende, "El dragón y la mariposa" al que, no sé por qué, me ha recordado.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lolo, ahora mismo busco el cuento de Ende. Hoy un beso.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
Muy curioso y simpático esta mezcla de villancicos.
25 neutonios.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, usted y yo estábamos entre los invitados. 25 neutonios

Benjamín dijo...

Cuando baila en el viento
uñas de plata
resalada la luna
me araña el alma.
Qué dulce enjambre
culebrea en las venas,
luz de azabache.

Para ti, Jesús, un presente de aire.




Jesús Cotta Lobato dijo...

Benjamín, muchas gracias por esta copla refrescante y refinada. Un abrazo de helenista a helenista y de poeta a poeta.

La'badesa dijo...

¡Yupiiii! Un cuento como los de antes. Que onito, D. Cotta.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Gracias, Carmen, me alegro de que te guste. Tu yupi me suena a gloria.

Fernando Moral dijo...

Un cuento que se puede contar, aparte de ser raro en estos días, es lo que la gente necesita. Y este además, y como muy bien dices al final, no hace sino sembrar una semilla hechizada en las cabezas y cabecitas de los que lo leen o escuchan. Casi nada.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me sumo a todos los aplausos. He estado un tiempo sin "asomarme" al blog y cuando he visto esta entrada me ha encantado. Muy buena para "meternos" en la Navidad. Que gusto volver así!!!
Ana