A la hora del Regina coeli me subo a la azotea. Con el confinamiento nunca ha habido en Sevilla tanto silencio, y las campanas la atraviesan de horizonte a horizonte, y siento con ellas que el Cielo no se ha olvidado de nosotros, que el virus no es el rey de este mundo.
Gracias, campanas de Dios, por llover tantos versos y tañidos sobre nosotros.
3 comentarios:
Don Epifanio:
esas campanas, que lo mismo anuncian muerte que vida.
¡Ojalá tañan pronto vida, vida y vida!
25 neutonios capaniles.
25 neutonios con talán talán
De ti esde luego que no se ha olvidado, Cotta.
Gracias.
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