miércoles, 7 de octubre de 2015

Contra laicismo, libertad

Pinchad aquí para leer la entrada de Daniel Lebrato que vengo a discutir aquí.

Antes de nada, conviene aclarar el sentido del término laicismo, para que él y yo nos entendamos bien. Yo distingo entre aconfesionalidad, que es lo que hay en España, y laicismo, que es lo que hay en México, Francia y los antiguos países comunistas. La aconfesionalidad es democrática, porque consiste en no obligar a nadie a tener una religión concreta, pero dar libertad ¡y facilidades! para que cada cual la manifieste. Eso es lo que pone en la Constitución Española. Por laicismo, sin embargo, entiendo un Estado que prohíbe en el ámbito público la manifestación de lo religioso (imágenes religiosas en lugares públicos, colegios religiosos concertados, procesiones, cruces al pecho e incluso tañidos de campana). La aconfesionalidad respeta la libertad de la gente, pero el laicismo no.

Y ahora voy a criticar las dos ideas principales de Daniel Lebrato en su última entrada.

La primera idea que defiende es que hay que desconfiar de quienes en las conversaciones hablan "de lo que  ha sido así y siempre será". Esa es una prevención que, a mi juicio, debe ser matizada: el hombre, con sus deseos y necesidades, no cambia; lo que cambia es la manera de satisfacerlos. En efecto, por fortuna, programas como Gran Hermano y otras basuras pasarán, pero la gente morbosa no pasará y ya se buscará otra manera de satisfacer su morbo. Por otra parte, mientras que el cristianismo solo utiliza el “esto ha sido así y siempre será” en asuntos morales (“Siempre ha sido, es y será mala la eugenesia”), ideologías tales como el marxismo y la ideología de género lo utilizan en lo moral, lo político, lo social…: los papeles sexuales son imposiciones culturales, las clases sociales son más reales que el individuo mismo, la religión es el opio del pueblo… Así que me merecen mucha más desconfianza las ideologías con sus dogmas sociales, políticos, culturales, deportivos, etc que las religiones con sus creencias místicas (las religiones no son ideologías, a no ser, entre otras cosas, que apuesten por un sistema político  y un programa concreto de acción).

La segunda idea que defiende Daniel Lebrato es que el laicismo es una reacción legítima contra la pretensión de los creyentes de meterse en la vida de los demás e imponerles su visión; entiende por imponer su visión cosas como esta: que los católicos saquen sus procesiones sin pedir permiso de manifestación al ayuntamiento, que los días de fiesta sean de origen religioso, que el ayuntamiento ponga un belén, que un padre de familia numerosa o de un niño deficiente pretenda ayudas por parte del Estado.

Respecto a lo de las procesiones, hay que recordar que los que quieren manifestarse no tienen que pedir permiso a nadie, porque es su derecho, sino que solo han de informar de que se van a manifestar. Estaría bueno que el alcalde de turno sea el dios del que depende mi derecho a la libertad de expresión. Por otra parte, teniendo en cuenta que en cada cultura hay eventos, fiestas y tradiciones que son masivas es lógico que, a efectos prácticos, no haya que estar pidiendo permisos para que ocurra lo que sabemos todos que va a ocurrir. En vez de obligar a los jóvenes a pedir permisos al alcalde para hacer botellón, lo mejor será dar por hecho que va a haber botellón y que la molestia sea la menor posible para los demás. Con cuánta más razón habrá que facilitar las procesiones, que pertenecen a una expresión humana superior a la del botellón.

Respecto a la supuesta imposición de las fiestas de origen religioso, lo importante de un día de fiesta no es tanto su origen como que todos se beneficien del descanso el mismo día. Si los profesores descansan, pero los padres no, hay un problema. Y dado que los días de fiesta vienen dados por la tradición occidental cristiana, que nadie de hoy ha decidido, sino que ha venido ella sola por inercia, el consenso nos viene dado por arte de magia. Los que quieren cambiar la fiesta de la Navidad por la fiesta del Solsticio de Invierno, vienen a romper ese consenso social no pactado y, para colmo, con la pretensión de que con esa nueva fiesta se logra un mejor consenso. Puestos a discutir con qué se consigue mejor consenso, sometámoslo a votación y adiós a la fiesta del solsticio.

Respecto a lo del padre de familia numerosa o con hijos deficientes, creo que las personas merecen ser ayudadas independientemente de quién las ha engendrado y por qué y, sobre todo, creo que dejar nacer a un niño deficiente no es una irresponsabilidad que debamos castigar, sino un acto de amor que debemos admirar.

Por último, Daniel, a mí también me pasa que no me gusta que una mujer se ponga un velo en la cabeza y en todos los lugares he defendido que esa costumbre proviene de una concepción machista de la mujer como pecadora e impura. Si yo consintiera en prohibir el velo en un centro público, no sería porque es una manifestación religiosa, sino porque es una manifestación del machismo y un inconveniente para integrar a la inmigrante a nuestra cultura, donde, entre otras cosas, la gente lleva cruces al cuello, igual que toma gazpacho y saluda estrechando la mano.

Dicho todo esto, Daniel, veo que nuestras posturas respecto al hecho religioso en la sociedad son inconciliables, pero nos queda la esperanza de que la gente ventile esas diferencias en un diálogo, como hacemos nosotros, y no con las bayonetas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues nada, volvamos a la autocita. Decía yo en la entrada anterior que, copio, "El desafío es entender a las dos partes, creyentes y no creyentes, y que convivan", tal como afirma Charles Taylor y yo suscribo. Y decía también, más abajo: "Eso, no otra cosa, es el laicismo (que quiere a la vida pública, en cuanto es de todos, creyentes y no creyentes, no sometida a ningún poder o confesión religiosos, "independiente" de ellos, pero no (al modo, según parece, de DL) EXCLUYENTE de lo religioso, que tiene su propia esfera y su valor, importantísimo, en ella. Ni "el laicismo es un falso camino que solo nos conduce a la pérdida de la libertad y los derechos humanos", ya que lo que se propone es que distintas sensibilidades y convicciones religiosas puedan convivir pacíficamente (ergo no conspira contra la libertad de nadie, sino que la defiende), ni "quítense ustedes, la Iglesia y las religiones, de nuestra vida".

¿Tan difícil es entenderlo?

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
Creo que es Estado debe distanciarse de los símbolos religiosos.
25 neutonios.

Anónimo dijo...

Pues a mí me parece que el que no se ha enterado de nada es este anónimo soberbio que se autocita, porque no ha entendido ni a DL ni a JC, porque el primero no ha querido decir que san Juan de la Cruz y todos esos autores cristianos que tanto le gustan deban ser expulsados de las vidas de la gente, sino que los creyentes deben acostumbrarse a vivir en una sociedad plural y por tanto neutra donde ya no pueden tener el privilegio de ser la única tradición válida o la única moral legítima; y el segundo está defendiendo exactamente lo que según el anónimo es laicismo y según JC es aconfesionalidd. Y encima se permite el lujo de presentarse como un sabio Salomón de ni pa ti ni pa mí, sino toda la verdad pa él. Y se queda tan pancho.

Y ahora mi opinión. Hay que abolir todas las fronteras, porque el ser humano tiene derecho a moverse por el planeta libremente. El Islam es un peligro ahora, pero dejará de serlo en cuanto haya más globalización y las mujeres vean lo guapísimas que van con el pelo suelto y con bastante escote. Hala.

Anónimo dijo...

Pues gracias a mi tocayo por lo generoso y fundamentado de su opinión. Más gente como él es lo que nos haría falta.

[eLSoBReHiLaDo] dijo...

La imposición del domingo ya conculca derechos, cuando, precisamente, el creyente es quien razona en términos de su religión entre las demás religiones. Hay que recordar que el texto que motivó la intervención del creyente, era sobre el Islam.

Enlace:
https://daniellebrato.wordpress.com/2015/10/09/el-creyente/