![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPFTKYAtzy2G-3N-RC2kE5GS7CwwFmgzXWO8NZggfFjO2GTN_DH6e_HexYa0XvIbAjQrfxpawhyphenhyphen8XkNhhai0oTgeGjwIOoUiJM4uwJPgX_kRCYiTjk8f8qbarGzcwGrzAY53PP7ArwP5Sg/s400/images%5B11%5D.jpg)
Por los poetas siento admiración, asombro, gratitud, simpatía, pero sólo por Miguel Hernández siento todo eso y, además y sobre todo, una camaradería viril, un recio estrechamiento de antebrazos, una hermandad profunda y primitiva. Él escribe con sangre lo que yo, como poeta, como padre, como amante, como sufriente, soy y siento.
Entre tantos poetas falsamente pastoriles, sólo él fue realmente poeta y pastor, como lo fue mi padre, no en un locus amoenus, sino entre peñas y ortigas.
No he encontrado ningún poeta donde haya tanta viril reciedumbre y, a la vez, tanta delicadeza. Es además uno de los pocos poetas contemporáneos, junto con Bécquer y Lorca, que le gustan a todo tipo de gente. Y eso es mérito suyo.
Entre tantos poetas falsamente pastoriles, sólo él fue realmente poeta y pastor, como lo fue mi padre, no en un locus amoenus, sino entre peñas y ortigas.
No he encontrado ningún poeta donde haya tanta viril reciedumbre y, a la vez, tanta delicadeza. Es además uno de los pocos poetas contemporáneos, junto con Bécquer y Lorca, que le gustan a todo tipo de gente. Y eso es mérito suyo.
Por otra senda yo, por otra senda
que no conduce al beso aunque es la hora...