Antes lo tenía claro: nada de velos ni en centros públicos ni en la calle, pero no porque fueran un símbolo religioso, que eso no es malo, sino porque me parecía que atentaban contra la dignidad de la mujer. Yo me decía: si hombres y mujeres tenemos cara, ¿por qué ellas se la han de cubrir y nosotros no?
Pero ahora me planteo que, dado que nadie tiene el monopolio de la verdad, ¿quién soy yo para prohibir esas cosas?
Lo que sí tengo claro es que si el consejo escolar de un centro educativo votado democráticamente por padres, profesores y alumnos decide que los alumnos no pueden acudir con piercing, gorras y velos, ¿por qué se arma ese revuelo? No se puede y ya está. En cada sitio hay unas normas. ¿No sería absurdo que una dependienta de El Corte Inglés se empeñara en trabajar con burka y no con el uniforme de El Corte Inglés?
En fin, en esto, como en todo: en la calle uno puede tener para vestir todo el mal gusto que quiera, pero en los centros de trabajo y en los educativos hay unas normas. A quien no le gusten, que se busque otro trabajo u otro colegio.