lunes, 28 de octubre de 2013

Dios nos libre de los ideólogos

El otro día, en un bar, un hombre entró a vender unos periódicos por un euro. Cuando llegó a mí, me dijo que me uniese a él, comprándoselo, para protestar por esto y lo otro del gobierno. Yo le dije que estaba de acuerdo con esto, pero no con lo otro y que no quería dar dinero para la ideología defendida por el periódico, pero que le agradecía tanto que me valorase lo suficiente como para intentar convencerme de lo que él consideraba bueno, que nada más que por eso lo invitaba a un café. Me miró muy mal y se fue sin despedirse.

Los que me acompañaban me dijeron que, al decirle que se tomara un café a mi salud, acaso se había sentido tratado como un pordiosero y que por eso me había lanzado esa mirada. Ojalá fuera eso. Pero yo recuerdo perfectamente haber hecho esfuerzos para que mis palabras no resultaran hirientes, sino agradables. Mi mensaje era: «Hay algo más importante que las diferencias ideológicas que nos separan: tú y yo».


Más bien creo que, si me miró mal, fue no solo por sentirse tratado como un mendigo y por no haber podido vender ni un solo ejemplar en aquel bar, sino sobre todo por la frescura con que le dije que no estaba de acuerdo con su ideología política, cosa a la que creo que no estaba acostumbrado.

Me da por pensar que es de esas personas que se hace solo amiga de otra si vota al mismo partido. Un aburrimiento. En época de paz, esas personas se contentan con mirarte mal o retirarte la palabra. En época de guerra, puede que te señalen con un dedo que es como una pistola para que te fusilen en la tapia del cementerio y, encima, creen haber cumplido con un deber.

Eso es lo malo de la ideología: que convierte en subhumano al que no está de acuerdo con ella.




miércoles, 23 de octubre de 2013

Confesión

El otro día me confesé; y el cura, al darme la absolución, con gesto solemne y enérgico, como él es, me impuso las manos en la calva. Luego nos levantamos y, para mi sorpresa, me dio un abrazo fuerte, recio y prolongado cuyos efectos benéficos, sanadores, espirituales, poéticos, aún me acompañan y de qué manera.

Me transmitió a Dios a través de sus brazos y convirtió en una fuerza física la gracia que yo acababa de recibir. Cuanto más ceñido me sentía por fuera más libre me sentía por dentro.

Sin contar los breves abrazos efusivos que nos damos los amigos después de un tiempo sin vernos, creo que muy pocas veces en mi vida me han abrazado así, sin prisa, con afecto y vigor, sin más interés que darme paz y hacer que me sienta querido como soy.

Me di cuenta de que el amor al hermano nada tiene que ver con esa solidaridad descafeinada ni con ese ammmooorrr que se dice redondeando los labios y poniendo los ojos en blanco. Habría que inventar una palabra hecha de estrellas reventando contra las piedras para expresar lo que el amor fraterno de aquel abrazo me ha dado.

Gracias, don Pablo, porque fue muy fácil abrirle a usted mi alma; gracias por la alegría, por el sacramento, por la alegría caudal que desde entonces me acompaña.

sábado, 19 de octubre de 2013

Una copa de Haendel

Hoy os dejo con un poema de José María Jurado, un amigo mío que acaba de publicar en la Isla de Siltolá un libro de poesía titulado Una copa de Haendel. Son todos los suyos poemas de versos elegantes, con un retablo de imágenes abundantes y sorprendentes que acaban todas encajando en un fresco sixtino por virtud de la emoción que, como un río caudal, las recorre.

El poeta parece que lleva una mano a un polo, la otra al otro, luego levanta las dos al cielo y coge algo de allí y luego las mete en la tierra más negra y saca otra cosa y, por último, todas esas cosas tan lejanas unas de otras, tan polares, tan extremas, tan terrestres y celestes resulta que no eran tan dispares: eran las que hacían falta para expresar algo que nadie había dicho todavía.

No es este el poema más representativo del libro, pero sí uno de los que más ha calado en mi sensibilidad, porque trata de dos cosas que me gustan y que en el poema se convierten en una:  la guitarra y España. Además, es un homenaje al pintor Juan Gris.

Para tratar de la guitarra, hay que echarle valor después de que nuestro Federico García Lorca la cantara para siempre, y, además, trata de España, un tema difícil entre los españoles que en seguida andan acusándose de patrioteros, los muy tontos. De ambas pruebas sale airoso José María Jurado. Para colmo, le cambia el género a Rocinante y me gusta más que antes.

Gracias por esta copa, José María, y que la beban muchos contigo.

GUITARRA ESPAÑOLA
                                       (Juan Gris)
Ciprés y palisandro,
potrillo de madera taraceada,
clavijero de dientes y cabeza partida,
brida y freno del llanto.
Una azumbre de vino y una baraja rota,
la mano tabernaria sobre las crines tersas,
el relincho cubista de la alborada gris.
Al borde del barranco,
el trémolo del naipe y de la gruta,
al borde del barranco,
el agua clara:
una Alhambra prendida de cristal en las cuerdas,
un manantial punzado por navajas y pitas,
el alma rasgueada de la patria.
Guitarra,
 caballo de los blancos desiertos españoles,
Rocinante vencida que cabalgas
-solitaria y fatal-
bajo la luna.

lunes, 14 de octubre de 2013

Menos la luna y yo

Para que la belleza de cuanto veo y siento no sea solo algo que pasó y destinado a desaparecer o a difuminarse en mi recuerdo, sino que esté ocurriendo siempre y para siempre, solo se me ocurre escribir un poema, que es la manera de convertir en eterno presente la belleza fugaz de todo lo que me pasa.

Pero como esa belleza es más grande que las palabras que encuentro para expresarla, me siento como el niño que quiere meter el mar en un hoyo o cazar estrellas con una red de cazar mariposas.

A veces, sin embargo, esa red atrapa una esquirla de estrella. Por muy poco que sea, eso es ya tanto, llena tanto la vida del poeta, que vale la pena seguir intentándolo hasta la muerte. Y eso haré. No sé si nací poeta, pero moriré poeta. Lo afirmo no porque conozca mi futuro, sino porque soy poeta como soy calvo: sin querer.

Aquí os dejo mi segundo libro de poesía. No hay para mí mayor honor que el hecho de que la Isla de Siltolá me haya llamado para sacar a la luz estos trocitos de estrellas fugaces que, por la casualidad de la inspiración, han caído en mi red y que doy al lector en forma de poemas para que, cuando este los lea, vuelvan a ser estrellas fugaces en el cielo y, a ser posible, iluminen algo que esté oscuro.

Son poemas casi todos alegres, celebradores y vitalistas, en una edición cuidada y primorosa. Comparto cartel en la misma colección con poetas que admiro. Y la foto que figura en el libro me la hizo mi hermano David cuando aún yo fumaba.

Aquí y aquí publiqué, cuando los escribí, dos poemas que aparecen en el libro.

Para quien guste.

Ex corde,
Jesús Cotta Lobato

lunes, 7 de octubre de 2013

Cambiar de sexo y matarse

El enlace está en griego. Pero me lo ha traducido una profesora de griego moderno:

"Muere por eutanasia un hombre en Bélgica tras una fallida operación de cambio de sexo. Una mujer de 44 años se sometió en Bélgica a una operación de cambio de sexo para convertirse en hombre, pero al sentirse impactada por el resultado decidió recurrir a la eutanasia. Tal y como relata el periódico Independent, Nathan Verhelst murió el pasado lunes por eutanasia debido al indecible estrés psicológico que le produjo contemplar en el espejo la imagen de su nuevo yo. La aplicación de la eutanasia fue legal (por otra parte, este tipo de casos abundan en este país en los últimos tiempos) y el médico que la practicó fue Wim Distelmans, un oncólogo cuyo nombre se hizo ampliamente conocido el año pasado por practicar la eutanasia a unos gemelos. Tras el cambio de sexo al que se sometió, el ya varón de 44 años relató a diversos medios de comunicación belgas: "Me disponía a celebrar mi nuevo nacimiento, pero cuando me vi en el espejo sentí asco de mí mismo". "Mi nuevo pecho no satisface mis expectativas", dijo además, "y el pene que tengo presenta síntomas de rechazo. No quiero ser un monstruo". Antes de someterse a la intervención, Verhelst era la única chica de una familia de tres varones. "Era la niña que nadie quería". En 2009 comenzó la terapia de hormonas y en 2012 se hizo una mastectomía".

¿Nadie le dijo, cuando era niña, que era bella? ¿A nadie le gustó su cuerpo de mujer antes de que ella lo cambiase? ¿Realmente ella quería cambiarse de sexo o sentirse querida y bella?

Lástima que haya nacido en una sociedad que, en vez de invitarte a aceptarte, te invita a que te operes y que, en vez de invitarte a seguir viviendo, te invita a suicidarte. Lástima que este siniestro oncólogo que va matando gente y encima se cree un filántropo no esté en la cárcel. Lástima que la gente crea que matar a otro es malo sólo si el otro no quiere.

Yo creo que, aunque se haya suicidado, esa mujer está en el cielo, porque su vida fue una búsqueda loca del amor y de la belleza.