Esta mañana, en un Mercadona descomunal, con mucho aire acondicionado y poca gente aún, he sentido un olor acre a sudor reconcentrado que ocupaba todos los espacios. Cuando me percaté del sobaco de qué señor provenía, tuve que huir de allí a otro pasillo y cambiar, por tanto, mi programa de compra. Al rato volví, y quedaba algo del tufo, pero ya era soportable para las pituitarias.
Y esto me ha planteado las siguientes dudas existenciales: ¿Aquel hombre era un ser humano o un arma bacteriológica? ¿La señora que lo acompañaba tan amorosa está inmunizada? ¿Se acuesta con él? ¿Hubo una época en que los hombres hedían y eso excitaba? ¿O más bien cumple el sudor la función de disuadir a los mosquitos y los vampiros? ¿Se ha realizado algún estudio serio al respecto? ¿Los hombres primitivos, capaces de elaborar refinadas armas con piedra, eran así de bestias o más bien la humanidad ha sido lo bastante civilizada desde el principio como para reparar en que lavándose en los manantiales dejaba de cantar el alerón? ¿Hay alguna ley que permita echar de un lugar cerrado, como un autobús o un ascensor, al causante de tales aromas? ¿No estamos haciendo algo mal en una sociedad ninguno de cuyos miembros le ha dicho jamás a ese señor que debería ducharse y echarse desodorante? ¿Quedarán las aguas del mundo lo bastante puras si a ese señor le da un año de estos por lavarse? ¿Hay palabras adecuadas en el lenguaje humano para describir el estado en que estarán sus calzoncillos? ¿Cristo también murió por ese hombre? ¿Es el amor una fuerza lo bastante grande como para tolerar en el cuerpo amado tal agravio? ¿Existe un derecho humano que permita a un hombre no ya ocupar el metro cuadrado que todo cuerpo exige, sino kilómetros con esa prolongación de su cuerpo que es su olor corporal? ¿No es una violación de nuestros pulmones que lo más personal de ese macho cabrío penetre incorpóreo en nuestras narices sin que nosotros podamos hacer nada por evitarlo? ¿No es eso una invasión similar a la de Atila?
Si alguien conoce las respuestas a estas preguntas, habrá dado por fin sentido a mi vida.
sábado, 21 de agosto de 2010
lunes, 9 de agosto de 2010
Estampas I
1.Nadie en 1200 años se había quejado de las campanas de la iglesia románica del pueblo hasta que se instaló en él el hiperlaico.
2. Una hora diaria de gimnasio, pero se quejaba cuando su mujer le hacía acarrear las bolsas de la compra.
3. Ella decía que, si las mujeres llegaran al poder, no habría más guerras. Y le hacía imposible la vida al marido.
4.Es una lástima que no practiquemos todos el amor libre, decía, pero sólo pensaba en la vecina del quinto.
5. "El universo es un asco", dijo apurando el daikiri y quejándose de la impericia de la masajista.
6. ¡Hoja de reclamaciones! ¡Este es el hotel más caro del mundo y hay un mosquito en mi habitación!
7. Mucho Christian Dior, mucha cirugía, colágeno y silicona, pero tenía gases.
8.Compuso mil haikus mediocres y murió pensando que las editoriales eran demasiado comerciales para él.
9. Una vez lo invitó la marquesa a dar una conferencia a su palacio ante las Damas de la Beneficiencia y él fue en vaqueros y sin afeitar, porque le repugnaban esas ricachonas que dan limosnita para tranquilizar su conciencia. Ellas repartieron las ganancias entre los pobres y a él le pagaron muy bien. Él se lo quedó todo, con la conciencia la mar de tranquila.
10. Puso su pluma al servicio de la lucha obrera y lo metieron en la cárcel. Él decía que por poeta.
sábado, 7 de agosto de 2010
Conversaciones playeras
Mi amiga Almu me dice que donde esté el invierno que se quite el verano. Las mangas largas del invierno, los abrigos, los sombreros, las bufandas y los pañuelos al cuello, los guantes y todo eso es muchíiiiiisimo más aristocrático que esas calzonas que enseñan muslámenes y muslos peludos, esas camisetas que enseñan sobacos, ombligos sucios y tatuajes de mal gusto, sudores, pelos mal depilados, arrugas blancas donde el sol no ha penetrado; esas chanclas de plástico que lucen dedos de pies feos y simiescos…
Y estoy por darle la razón, a raíz de estas dos conversaciones playeras:
Primera conversión:
Playa de La Misericordia de Málaga, ese entorno donde no cabe otra toalla. Sobrina mía con tres hijitos y marido y al lado otra familia ejemplar compuesta por un padre que se lía porros y niña que se llama Jésica y madre tumbada al sol con los brazos abiertos para broncearse y con el pantalón corto del padre porque, como toda La Misericordia sabe ya, “estoy mala y no puedo bañarme”. De pronto el padre grita:
-Jésica, ¡sal ya del agua, que te va a comer el chocho un tiburón! ¡Igualita que tu madre, to er día con el chocho metido en el agua!
-¡Deja a la Jesi tranquila ya! –grita la madre.
Segunda conversación:
Playa de Benajarafe, amplia y solitaria. Otra sobrina mía ha ido allí con una amiga. Como si no hubiera quilómetros donde sentarse, dos parejas de cincuentones se les sientan al lado, muy gregarios ellos. Entonces, una de las señoras se levanta para recolocar la toalla y uno de los hombres que tenía a la altura de su nariz la cintura de ella (supongamos que es su marido) grita:
-¡Anda, hija, qué pestazo te echa el coño y luego tengo que poner ahí los morros!
Y estoy por darle la razón, a raíz de estas dos conversaciones playeras:
Primera conversión:
Playa de La Misericordia de Málaga, ese entorno donde no cabe otra toalla. Sobrina mía con tres hijitos y marido y al lado otra familia ejemplar compuesta por un padre que se lía porros y niña que se llama Jésica y madre tumbada al sol con los brazos abiertos para broncearse y con el pantalón corto del padre porque, como toda La Misericordia sabe ya, “estoy mala y no puedo bañarme”. De pronto el padre grita:
-Jésica, ¡sal ya del agua, que te va a comer el chocho un tiburón! ¡Igualita que tu madre, to er día con el chocho metido en el agua!
-¡Deja a la Jesi tranquila ya! –grita la madre.
Segunda conversación:
Playa de Benajarafe, amplia y solitaria. Otra sobrina mía ha ido allí con una amiga. Como si no hubiera quilómetros donde sentarse, dos parejas de cincuentones se les sientan al lado, muy gregarios ellos. Entonces, una de las señoras se levanta para recolocar la toalla y uno de los hombres que tenía a la altura de su nariz la cintura de ella (supongamos que es su marido) grita:
-¡Anda, hija, qué pestazo te echa el coño y luego tengo que poner ahí los morros!
miércoles, 4 de agosto de 2010
Ventajas de ser velludo
1) Se le ponen a uno más pelos de punta que a nadie.
2) A las nórdicas les gusta el pecholobo.
3) Tarda uno más en secarse y por tanto da mucho gusto orearse al viento
4) Se le hace a uno más espuma al enjabonarse y no sigo, que ya sabéis que no me gusta hablar de sexo
5) Uno se mira al espejo y se dice: “¡Por Dios, qué macho soy!”
6) Uno puede rasurarse ciertas partes del torso y formar dibujos curiosos.
7) Hay manos blancas y delicadas que se lo pasan bien ensortijándose los dedos en los rizos de uno y lo tratan a uno como un mamífero bueno, pero poderoso.
8) Si las mujeres prefieren la metrosexualidad depilada, siempre puede uno ir a un bar de osos de ambiente y triunfar marcando paquete.
9) Puede uno colocarse jazmines en los pectorales.
10) Y el dinero con que uno se arruinaría con la depilación láser lo invierte en cosas más placenteras.
Así que si te estás pensando en arrancarte la fronda, recuerda que es un pecado renegar del musgo que creció en el barro de Adán.
2) A las nórdicas les gusta el pecholobo.
3) Tarda uno más en secarse y por tanto da mucho gusto orearse al viento
4) Se le hace a uno más espuma al enjabonarse y no sigo, que ya sabéis que no me gusta hablar de sexo
5) Uno se mira al espejo y se dice: “¡Por Dios, qué macho soy!”
6) Uno puede rasurarse ciertas partes del torso y formar dibujos curiosos.
7) Hay manos blancas y delicadas que se lo pasan bien ensortijándose los dedos en los rizos de uno y lo tratan a uno como un mamífero bueno, pero poderoso.
8) Si las mujeres prefieren la metrosexualidad depilada, siempre puede uno ir a un bar de osos de ambiente y triunfar marcando paquete.
9) Puede uno colocarse jazmines en los pectorales.
10) Y el dinero con que uno se arruinaría con la depilación láser lo invierte en cosas más placenteras.
Así que si te estás pensando en arrancarte la fronda, recuerda que es un pecado renegar del musgo que creció en el barro de Adán.
martes, 3 de agosto de 2010
Dictadura vestida de democracia
Pues resulta que el Parlamento de Cataluña, además de prohibir cosas, también obliga a cosas y ha decidido que los padres con niños adoptados deben informarles, antes de que cumplan los doce, de que son adoptados.
El Parlamento catalán está lleno de pequeños dictadores que, con la excusa de que son representantes democráticos de un pueblo, creen que pueden arrebatarle libertades al pueblo, como un dictador. Lo definitorio de una democracia no es la votación por mayorías, sino el respeto hacia nuestras libertades.
En fin, si no protestamos, ya mismo nos dirán qué días podemos follar y cuáles no.
El Parlamento catalán está lleno de pequeños dictadores que, con la excusa de que son representantes democráticos de un pueblo, creen que pueden arrebatarle libertades al pueblo, como un dictador. Lo definitorio de una democracia no es la votación por mayorías, sino el respeto hacia nuestras libertades.
En fin, si no protestamos, ya mismo nos dirán qué días podemos follar y cuáles no.
domingo, 1 de agosto de 2010
Un acto heroico fallido
A mí la grandeza me llama. Sin querer, me imagino realizando grandes hazañas que no contaré porque me da una vergüenza terrible. Alguien me dijo que, en vez de soñar con matar dragones, empezara matando mosquitos, que es más ventajoso.
El caso es que sólo recuerdo haber realizado en mi vida dos o tres actos heroicos y los tres acabaron en fiasco. Hoy voy a contar uno.
Tenía yo unos diecinueve añitos y volvía de la fácul por el Paseo de la Palmera aquí en Sevilla. Unas niñas con uniforme salían del cole y, como había llovido, sólo podían pasar por ciertas losas donde no había barro, justo al lado de donde dos gitanillos, uno alto y otro bajo, esperaban acodados en un coche. Entonces veo que el bajito le arranca una cadena de oro a una niña, que se puso a gritar, y entonces la indignación sin reflexión ninguna me pudo y eché a correr tras él y como yo era muy veloz, estuve a punto de darle alcance, pero en ese momento el otro, el alto, que había huido en otra dirección, corrió hacia mí con un arma en la mano y yo, literalmente, temí por mi costado y mi bienamada carne, y los dejé huir.
Todavía tengo esa espina clavada y sé que de algún modo tendré que redimirme por ese acto final de cobardía.
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