Cuánto he disfrutado este poemario de Rafael Adolfo Téllez, un libro labrado en imágenes labriegas y campestres, con finales de dobles sentidos a cual más misterioso ("Y esa vela serás tú quien la apague" o "antes de que amanezca y llegue el día", "en una noche muy honda/ que aún me dura", y tantos otros...).
Todo lo que ahí transcurre puede ser tanto pasado como presente y futuro, porque el poeta adopta una visión superior: la de la poesía, que hace justo lo contrario del tiempo. Quizá el poema donde mejor se superponen los planos temporales hasta el punto de desaparecer y hacerse transparentes es "En el cuaderno que mi hermana al morir dejó inacabado".
Todos los poemas crean una atmósfera misteriosa entre onírica y rescatada para siempre del olvido. Hay poemas sublimes como "La luna en el suburbio", donde la luna "vierte su luz enferma/ sobre las casas/ sin olvidar ni una sola de las tejas"; o como "Bajo el cielo de su aldea" y "El desasosiego" y tantos otros. Y magnífico el poema final de "La casa de la noche", que con finura y melancolía retrata al hombre que se va quedando solo en la vida.
Gracias, pues, Rafael, por tu poesía.