Los diminutivos, como son tan expresivos, se saltan un poco las regularidades cuando los formamos.
Por ejemplo, los monosílabos se vuelven polisílabos al formar el diminutivo: de pie, piececito; de luz, lucecita; de pez, pececillo. Sin embargo, he oído muchas veces “solito” como diminutivo de sol en vez de “solecito”.
Ejercicio: Forme usted sin pensar los diminutivos de: col, plan, son, cal, bar, sol.
¿Y las palabras que acaban en vocal aguda? Por ejemplo, café: ¿cafelito o cafecito o cafecico? Oí a una japonesa decir en español "caferito".
¿Cómo sería el diminutivo de de sofá, parné o pirulí?
Y luego hay palabras que tienen dos diminutivos ampliamente usados, como huevo (huevito y huevecillo).
Ejercicio:
Rápido y sin pensarlo, ponga usted el diminutivo de huevo que le salga más natural en las siguientes frases:
a) Pepe, ¿te frío un... ?
b) Ahí está Pepe tocándose los ….
lunes, 24 de junio de 2019
lunes, 17 de junio de 2019
Patriotismo y los 300
¡Cómo han vibrado mis alumnos adultos cuando han visto morir por el honor y la patria a los espartanos de la película de Los 300! A más de uno se le han saltado las lágrimas cuando ven a Leónidas pagar el más alto precio, el de su vida, en defensa de Esparta y con el nombre de su esposa en los labios.
Sin embargo, si les digo que eso mismo hacían los bravos soldados de los Tercios o los que se alzaron el dos de mayo en Madrid, les parece que son cosas distintas: en los griegos perciben la belleza del patriotismo que no se permiten a sí mismos percibir en España. Y, por supuesto, cuando les pregunto si estarían dispuestos a morir por España, me dicen que nanay. Pero si les digo que el invasor pretende prohibir su idioma, su religión, sus costumbres o ponerles a las mujeres un burka, entonces les sale a todos el Leónidas que llevan dentro, porque, entonces, la patria deja de ser esa bandera rojigualda que no debemos enarbolar para no ser tachados de fachas y pasa a ser la Giralda y las playas y el estadio de fútbol y las procesiones y, sobre todo, la gente que nos rodea y que nos entiende y que va en el mismo barco.
El patriotismo no está de moda, pero, por fortuna, sigue en los corazones.
Sin embargo, si les digo que eso mismo hacían los bravos soldados de los Tercios o los que se alzaron el dos de mayo en Madrid, les parece que son cosas distintas: en los griegos perciben la belleza del patriotismo que no se permiten a sí mismos percibir en España. Y, por supuesto, cuando les pregunto si estarían dispuestos a morir por España, me dicen que nanay. Pero si les digo que el invasor pretende prohibir su idioma, su religión, sus costumbres o ponerles a las mujeres un burka, entonces les sale a todos el Leónidas que llevan dentro, porque, entonces, la patria deja de ser esa bandera rojigualda que no debemos enarbolar para no ser tachados de fachas y pasa a ser la Giralda y las playas y el estadio de fútbol y las procesiones y, sobre todo, la gente que nos rodea y que nos entiende y que va en el mismo barco.
El patriotismo no está de moda, pero, por fortuna, sigue en los corazones.
lunes, 10 de junio de 2019
Dialéctica infantil
Recuerdo algunas discusiones de las niñas de mi barrio, donde las armas dialécticas parecían sacadas de un libro de magia. Las mías eran muy limitadas. Por ejemplo, si me decían “apártate, que la carne de burro no es transparente”, se me ocurría a lo sumo responder: “Según los ojos de cerdo con que mires”. Pero, en general, yo no estaba al quite para responder mal y pronto. Sin embargo, las niñas, ay, ellas sí que tenían recursos.
Si fulanita insultaba a menganita, esta ofrecía las palmas y decía: “Espejito mágico” y entonces el insulto volvía a fulanita. Pero ¡esta no se quedaba de brazos cruzados", sino que, antes de que el insulto le reventara en al cara, gritaba saltando: “Rebota rebota y en tu culo explota”, a lo que menganita contrarreplicaba “Burbuja irrompible” mientras trazaba con las manos una inmensa burbuja protectora en torno a su cuerpo, contra el que rebotaba todo insulto posible, por muy burro que fuese, a no ser que a fulanita tuviera un superinsulto resquebrajador del tipo: "Pedorra, pedorra, que tienes las manos coloradas", y si menganita se las miraba, entonces ¡de nada le había servido su burbuja irrompible!. Y así podían pasarse las niñas discutiendo mágicamente con movimientos de manos más que de palabras. Parecía que más que discutir hacían conjuros.
¿Estaremos nosotros haciendo lo mismo cuando al discutir lanzamos al oponente un neutralizador de disidentes como “facha” o cuando sacamos, ante un dato irrefutable, el inutilizador de datos gracias a una afirmación tan políticamente correcta que nadie en su sano juicio se atreverá a refutarla o cuando, si alguien me saca las vergüenzas de mi partido, yo duplico las del suyo? Quizá ahora movemos menos las manos que las niñas de mi barrio, pero ¡qué parecidas son las armas!
Si fulanita insultaba a menganita, esta ofrecía las palmas y decía: “Espejito mágico” y entonces el insulto volvía a fulanita. Pero ¡esta no se quedaba de brazos cruzados", sino que, antes de que el insulto le reventara en al cara, gritaba saltando: “Rebota rebota y en tu culo explota”, a lo que menganita contrarreplicaba “Burbuja irrompible” mientras trazaba con las manos una inmensa burbuja protectora en torno a su cuerpo, contra el que rebotaba todo insulto posible, por muy burro que fuese, a no ser que a fulanita tuviera un superinsulto resquebrajador del tipo: "Pedorra, pedorra, que tienes las manos coloradas", y si menganita se las miraba, entonces ¡de nada le había servido su burbuja irrompible!. Y así podían pasarse las niñas discutiendo mágicamente con movimientos de manos más que de palabras. Parecía que más que discutir hacían conjuros.
¿Estaremos nosotros haciendo lo mismo cuando al discutir lanzamos al oponente un neutralizador de disidentes como “facha” o cuando sacamos, ante un dato irrefutable, el inutilizador de datos gracias a una afirmación tan políticamente correcta que nadie en su sano juicio se atreverá a refutarla o cuando, si alguien me saca las vergüenzas de mi partido, yo duplico las del suyo? Quizá ahora movemos menos las manos que las niñas de mi barrio, pero ¡qué parecidas son las armas!
lunes, 3 de junio de 2019
Aristófanes y la discriminación positiva
Cuanto más represento obras de Aristófanes, más me gusta. Admiro su capacidad para satirizar todos los estilos y todos los personajes. Usó su inteligencia para alegrar la de su público con un humor que no era un insulto a la inteligencia, pero que tampoco era un humor para inteligentes. Y conseguir eso es propio de gente inteligente, capaz de hacer reír a todo el mundo.
He dirigido con mis alumnos La asamblea de las mujeres, y el viernes próximo a las 19:30 se volverá a representar en el teatro de mi instituto, el Martínez Montañés, de Sevilla.
Es una de sus obras más filosóficas. Critica por un lado la política corrupta y demagógica y por otro la política utópica que las mujeres proponen como alternativa. Arremete contra los malos políticos, pero también contra los políticos buenistas que, como la protagonista Praxágora, creen que, eliminando la propiedad privada y la familia y proponiendo una comunidad de bienes y personas, desaparecerán todos los problemas. Aristófanes, mediante escenas desternillantes que hoy vienen muy bien, se encarga de mostrarnos lo absurdo e inhumano que todo eso resulta.
Praxágora, seguramente, no hace sino poner en práctica ideas que circulaban en la Atenas de la época y que parecen una exageración y una caricatura de algunas que Platón propone en la República.
El público se troncha con mis actores y actrices, las aristogratas, cuando los oyen defender vestidos de griegos que las mujeres, cuanto más viejas y pellejas, más derecho tendrán a acostarse con un jovencito, porque la edad y la fealdad les ha dado muy pocas oportunidades, y que los feos y pobres tendrán derecho a las guapas por delante de los guapos y ricos.
Aristófanes, fuiste profeta: la "discriminación positiva" que utilizaste para hacernos reír es considerado hoy por muchos en el mundo como lo más puntero en justicia.
He dirigido con mis alumnos La asamblea de las mujeres, y el viernes próximo a las 19:30 se volverá a representar en el teatro de mi instituto, el Martínez Montañés, de Sevilla.
Es una de sus obras más filosóficas. Critica por un lado la política corrupta y demagógica y por otro la política utópica que las mujeres proponen como alternativa. Arremete contra los malos políticos, pero también contra los políticos buenistas que, como la protagonista Praxágora, creen que, eliminando la propiedad privada y la familia y proponiendo una comunidad de bienes y personas, desaparecerán todos los problemas. Aristófanes, mediante escenas desternillantes que hoy vienen muy bien, se encarga de mostrarnos lo absurdo e inhumano que todo eso resulta.
Praxágora, seguramente, no hace sino poner en práctica ideas que circulaban en la Atenas de la época y que parecen una exageración y una caricatura de algunas que Platón propone en la República.
El público se troncha con mis actores y actrices, las aristogratas, cuando los oyen defender vestidos de griegos que las mujeres, cuanto más viejas y pellejas, más derecho tendrán a acostarse con un jovencito, porque la edad y la fealdad les ha dado muy pocas oportunidades, y que los feos y pobres tendrán derecho a las guapas por delante de los guapos y ricos.
Aristófanes, fuiste profeta: la "discriminación positiva" que utilizaste para hacernos reír es considerado hoy por muchos en el mundo como lo más puntero en justicia.
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