-Mis hermanas y mis cuñados quieren meter a mi madre en un asilo. Pero mi madre tiene noventa años y yo sé que, si la sacamos de su casa, se muere. La asistenta que la cuida ha dicho que o le pagamos más o se va, y, claro, mis cuñados han visto la puerta abierta para despedirla y mandar a mi madre al asilo. Así que, ¿sabes lo que he hecho? Tú eres el primero al que se lo digo: le pregunté a la asistenta cuánto dinero más quería, y se lo pago en secreto, para que no se vaya.
Eso es amor. Lo demás son tonterías.
El amor no puede morir.
El amor salva no solo a esa madre del asilo, sino a esa hija y, de paso, a mí, que he venido iluminado de su confesión y más amigo de la especie humana.
¡Y, encima, mientras me lo contaba, me invitó a un café!