Menudo revuelo se está armando porque un pastor protestante quiere quemar el Corán. Por supuesto que quemar un libro y, más si es sagrado, es una barbaridad de muy mal gusto y pocas luces, pero no hay que olvidar que los musulmanes no se indignan cuando en sus países se queman Biblias y se matan cristianos, como está sucediendo en Irak, Pakistán, Indonesia y muchos otros países, en todos los cuales los cristianos llevan más siglos viviendo que ellos.
Europa está enferma cuando la persecución sistemática y cruenta de cristianos en países musulmanes no es noticia y sí lo es, sin embargo, que aquí uno quiera quemar un Corán.
Por otra parte, ¿qué pinta una mezquita en el corazón del dolor de un país que fue atacado, entre otras razones, por ser cristiano? Las 3.025 víctimas eran de muchas religiones y, en su mayoría, cristianas, no musulmanas. Y lo más indicado sería entonces levantar una catedral. Si se hace una votación en Estados Unidos para que cada cual decida qué se debe construir en esa zona, saldría por mayoría cualquier cosa menos una mezquita. ¿Por qué ese afán antidemocrático de algunos políticos de ir contra las opiniones de la mayoría? ¿Por qué esa desconfianza intervencionista hacia el hombre? ¿Qué mosca les ha picado?