Un niño y una niña juegan en el parque. La niña se cae y el niño la ayuda a levantarse y la consuela.
Todo el universo ha estado esperando ese momento. Todo el universo se ha vuelto loco de explosiones e infinitos para ese sencillo gesto de amor. Desde el principio de los tiempos, el bien y la belleza han estado aguardando a que surgiera una criatura inteligente como ese niño y esa niña que los identificaran y los llevaran a la práctica. Todo un voraginoso y desmedido e incomprensible universo ha evolucionado y sigue evolucionando para ser conocidos en su verdadera dimensión de belleza y bien por las únicas criaturas capaces de ello.
Me siento como ese niño y esa niña. El bien y la belleza me necesitan para que, una vez que el universo me ha dado a luz, sea yo su luz, lo único capaz de iluminarlo y celebrarlo. Ese es el sentido de todo.