sábado, 27 de febrero de 2021
sábado, 20 de febrero de 2021
"Todo tiene un fin", de María Ostiz
sábado, 13 de febrero de 2021
ALUMBRAMIENTO, de Daniel Cotta, en Adonáis
jueves, 4 de febrero de 2021
Diferenciación sexual en el trabajo
Ayer vi a los empleados municipales cosechando las naranjas que inundan en esta estación las calles de Sevilla. Eran entre unos quince o veinte. Y observé que, subidos a la escalera para varear el árbol, había solo hombres, y las mujeres estaban abajo recogiendo las naranjas. Y me pareció revelador del poder de la naturaleza el hecho de que, aunque el ayuntamiento no distingue entre trabajos femeninos y masculinos (aunque supongo que a la hora de contratar habrá una paridad o algo así), los trabajadores acaban diferenciando tareas según los sexos, y no solo porque los hombres tengan más potencia física, sino porque les gusta más la tarea de subirse y varear que la de agacharse y recoger. Debe ser una mezcla de actitud, educación y testosterona.
Esa diferenciación por sexos no ocurre en mi trabajo, porque en él no se requiere para casi nada el esfuerzo físico. Por eso soy tan sensible a estas distinciones cuando las encuentro. Y ya he visto esta diferenciación de tareas por sexo en más de una ocasión en los trabajadores municipales.
Tengo que confesar que, cuando vi a los varones encaramados a los árboles, y a las mujeres recogiendo las naranjas en canastas, me pareció que las cosas no habían cambiado nada desde que el homo sapiens pisa la tierra. Y me parece muy bien. Yo amo la libertad y la naturaleza.