Ni los faraones, con todo su poder, han escapado de los profanadores de tumbas. Así que ¿para qué gastarme dinero en una tumba? Que me entierren desnudo en el campo, con una cruz de palo, y que planten un arbolito para que sus raíces arraiguen en mi pecho.
Me gustaría que el árbol fuera frutal, pero no quiero obligar a nadie a que se coma mis cerezas. Se las dejaremos a los pajaritos.
Lo malo es que el Estado, siempre tan providente y metomentodo, no nos deja ser enterrados en la propia tierra de uno.
De todas las arbitrarias intromisiones del Estado ésta es la más desconcertante. Pero como a nadie le gusta pensar en su propia muerte, nadie protesta.
domingo, 31 de mayo de 2009
sábado, 30 de mayo de 2009
Declaración de principios
Mi única obligación es ser bueno. Las demás obligaciones están de más si no me conducen a ésa. ¿Por qué tengo que ser del equipo de mi jefe, formar parte de un club social para estar a la altura de mi clase, obedecer una ley que me hace mala persona, permanecer por coherencia en un partido que ya no me convence, acabarme un libro que me está aburriendo y hacer cien flexiones diarias porque, si no, no me quedo tranquilo por las noches? Los principios éticos son los únicos legítimos para juzgar moralmente los actos humanos. Por tanto, las ideologías, los nacionalismos, los cientifismos, las supersticiones, los ecologismos, las modas, las escuelas filosóficas... que pretenden juzgar nuestros actos con criterios espurios deben ser confinados a sus oscuros rincones.
viernes, 29 de mayo de 2009
Catedrático de indoeuropeo
Los dos primeros años de carrera los pasé en un colegio mayor. Y mi amigo Antonio, filólogo como yo, invitó al catedrático de indoeuropeo de la Hispalense, el señor Díaz Tejera, a impartir una charla al que pusimos un título arrebatador y fascinante: “Concepto y función de la Filología"
Como no asistieron muchas personas, nos encargamos de reclutar asistentes entre otros estudiantes que eran de ingeniería, química, económicas.... Los que pensaban dormirse durante la charla se sentaron en los rincones más oscuros de la sala. Cuando llegó el turno de preguntas, el catedrático preguntó a los asistentes por qué habían decidido estudiar Filología. Oyó respuestas como éstas:
-Yo soy de Económicas, pero me interesan mucho el concepto y la función de la Filología.
Otras preguntas que se le hicieron eran de este tenor:
-¿Cuándo hay que entregar las becas?
El catedrático le respondió que eso era mejor preguntarlo en la secretaría de la facultad.
El señor Díaz Tejera, que en paz descanse, todo un caballero. Sólo ahora me doy cuenta de la paciencia que tuvo con nosotros. Gracias.
Como no asistieron muchas personas, nos encargamos de reclutar asistentes entre otros estudiantes que eran de ingeniería, química, económicas.... Los que pensaban dormirse durante la charla se sentaron en los rincones más oscuros de la sala. Cuando llegó el turno de preguntas, el catedrático preguntó a los asistentes por qué habían decidido estudiar Filología. Oyó respuestas como éstas:
-Yo soy de Económicas, pero me interesan mucho el concepto y la función de la Filología.
Otras preguntas que se le hicieron eran de este tenor:
-¿Cuándo hay que entregar las becas?
El catedrático le respondió que eso era mejor preguntarlo en la secretaría de la facultad.
El señor Díaz Tejera, que en paz descanse, todo un caballero. Sólo ahora me doy cuenta de la paciencia que tuvo con nosotros. Gracias.
jueves, 28 de mayo de 2009
Mi segunda vocación
Mi padre siempre pensó quela Virgen me tenía especial aprecio porque yo me interesaba mucho por las cosas de Dios. Quizá por eso, a mí me dio por pensar que ciertas cosas muy espirituales que se me ocurrían eran mensajes de ella y así se lo comuniqué a mi padre, que, entusiasmado, le encomendó a mi hermana la penosa tarea de anotar en un papel todo lo que se me ocurriera.
Entre los supuestos mensajes dela Virgen había desde recomendaciones a mi madre para que se comprara un vestido hasta exhortaciones a la humanidad para que no tomara el camino ancho y cuesta abajo del pecado, sino el estrecho y el escarpado de la virtud, símil que seguramente yo habría leído u oído en algún sitio.
Mi padre se quedaba maravillado de las cosas que se me ocurrían. Con el tiempo, mi padre comprendió que yo, más que un iluminado, era un poeta y que eso se manifestaba como yo sabía y podía y a mis doce años me compró un libro de poesía y me lo dedicó, para que fuera poeta. Me conocía bien mi padre. Y la Virgen también.
Entre los supuestos mensajes dela Virgen había desde recomendaciones a mi madre para que se comprara un vestido hasta exhortaciones a la humanidad para que no tomara el camino ancho y cuesta abajo del pecado, sino el estrecho y el escarpado de la virtud, símil que seguramente yo habría leído u oído en algún sitio.
Mi padre se quedaba maravillado de las cosas que se me ocurrían. Con el tiempo, mi padre comprendió que yo, más que un iluminado, era un poeta y que eso se manifestaba como yo sabía y podía y a mis doce años me compró un libro de poesía y me lo dedicó, para que fuera poeta. Me conocía bien mi padre. Y la Virgen también.
miércoles, 27 de mayo de 2009
Confesiones II
1. No he hecho la mili. Objeté. Así que no tengo foto vestido de soldado y es una lástima. Lo bueno de esta carencia es que hoy es políticamente correcta.
2. No sé jugar al fútbol. Me aburre soberanamente. Pero me gustaría que me gustara para tener de qué hablar con quien no sé de qué.
3. No tengo carné de conducir. Esto me lo perdona menos la gente. "¡Con la independencia que te da el coche!", me dicen. Algunos incluso se enfadan cuando les digo que no me lo pienso sacar porque tengo quien me lleve a playas remotas, que sólo para eso querría el coche. En los demás casos, me da igual ir andando o en bus. Alguna vez los hombres sin carné de conducir deberíamos escribir un manifiesto.
4. Tengo muy mala puntería (menos con el pipí: ahí soy un hacha).
5. Me dan muchísima lástima los toros, pero me gustan más los toreros.
6. Hay dos o tres asuntos en los que pierdo el tino y me resbala la neurona. Los que me conocen saben cuáles.
7. De todos los pecados capitales, el que me resulta más feo, incluso más que la envidia, que ya es decir, es la avaricia, el ser del puño apretado, el no soltar un céntimo ni aunque te linchen.
8. El resto de defectos me los callo, porque son feos y no es plan de mostrar a los lectores de esta bitácora lo más feo de uno.
9. Llevo sobre mi conciencia el haberle pegado muchas veces, cuando tenía cinco años, a un niño de mi edad que era más bueno que el pan y que luego murió de meningitis.
10. Me encanta el festival de Eurovisión.
2. No sé jugar al fútbol. Me aburre soberanamente. Pero me gustaría que me gustara para tener de qué hablar con quien no sé de qué.
3. No tengo carné de conducir. Esto me lo perdona menos la gente. "¡Con la independencia que te da el coche!", me dicen. Algunos incluso se enfadan cuando les digo que no me lo pienso sacar porque tengo quien me lleve a playas remotas, que sólo para eso querría el coche. En los demás casos, me da igual ir andando o en bus. Alguna vez los hombres sin carné de conducir deberíamos escribir un manifiesto.
4. Tengo muy mala puntería (menos con el pipí: ahí soy un hacha).
5. Me dan muchísima lástima los toros, pero me gustan más los toreros.
6. Hay dos o tres asuntos en los que pierdo el tino y me resbala la neurona. Los que me conocen saben cuáles.
7. De todos los pecados capitales, el que me resulta más feo, incluso más que la envidia, que ya es decir, es la avaricia, el ser del puño apretado, el no soltar un céntimo ni aunque te linchen.
8. El resto de defectos me los callo, porque son feos y no es plan de mostrar a los lectores de esta bitácora lo más feo de uno.
9. Llevo sobre mi conciencia el haberle pegado muchas veces, cuando tenía cinco años, a un niño de mi edad que era más bueno que el pan y que luego murió de meningitis.
10. Me encanta el festival de Eurovisión.
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