Aprender es lo más libre y voluntario del mundo. Un amo puede esclavizar mi cuerpo, obligarme a moverme de aquí para allá, azotarme para que llore, pero no puede obligarme a pensar lo que él quiera. ¿Y qué es aprender sino pensar con esfuerzo para conseguir un objetivo que requiere fuerza de voluntad? Obligar a aprender es más difícil que obligar a vivir atado a los grilletes picando piedra.
Sin embargo, en nuestra sociedad democrática aprender es obligatorio hasta los dieciséis años, o sea, que nuestra sociedad no es democrática, porque comete el atentado más grave contra la libertad: obligar al niño con amenaza y coacción sobre él y su familia a violentar su psique y su voluntad durante las mejores horas del día y los mejores años de su infancia y de su primera juventud.
Aprender debería ser un movimiento interno del espíritu, una curiosidad natural en el niño que el adulto debe aprovechar, sin someterla a horarios ni obligaciones. Bastantes horarios y obligaciones le impondrá luego la vida cuando sea adulto.
Por eso, el gran problema de la educación en España no es la falta de autoridad de padres y profesores o la escasez de recursos económicos: es la obligatoriedad de la enseñanza, algo que es propio de regímenes totalitarios. De hecho, el primero que la preconizó fue Platón, el autor del primer Estado totalitario que se conoce.
jueves, 9 de septiembre de 2010
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Besas muy bien en sueños
(El cuadro se titula "Pareja en la playa" y es de José de Togores y está en el Reina Sofía)
Os doy mi palabra de que esta es la última entrada erótica del mes. Pero no me resisto a confiaros algo que me pasa y que sólo a un cuaderno de bitácora se puede confiar.
Resulta que a veces tengo sueños eróticos con la persona que menos me espero. Y digo persona, porque, como el sueño es libre, incluye tanto al macho como a la hembra.
Cuando uno se lo ha pasado bien con alguien en sueños, significa, supongo yo, que, aunque esa persona me caiga regular, a mi cuerpo le cae muy bien. Y a partir de entonces, la redescubro, aunque normalmente no hay ya deseo erótico, sino tan sólo simpatía.
A veces me ha pasado que una de esas oníricas compañías anda en el mundo real un poco mustia y entonces me dan unas ganas tremendas de animarla diciéndole: "Besas muy bien en sueños. Ese es un arte que muy pocos dominan. Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos".
Pero, claro, no puede uno por ahí diciendo esas cosas a la madre de un amigo, a la conserja del cole de tu hija, al mantenedor de tu bloque de pisos o a ese padre joven de cinco hijos que se levanta todos los días a las seis de la maña para barrer diligente tu calle y con el que en sueños compartí mujer tan ricamente.
Y aquí Alejandro Luque, escritor y periodista de El Correo de Andalucía habla de mis Apuntes y fuegos.
Os doy mi palabra de que esta es la última entrada erótica del mes. Pero no me resisto a confiaros algo que me pasa y que sólo a un cuaderno de bitácora se puede confiar.
Resulta que a veces tengo sueños eróticos con la persona que menos me espero. Y digo persona, porque, como el sueño es libre, incluye tanto al macho como a la hembra.
Cuando uno se lo ha pasado bien con alguien en sueños, significa, supongo yo, que, aunque esa persona me caiga regular, a mi cuerpo le cae muy bien. Y a partir de entonces, la redescubro, aunque normalmente no hay ya deseo erótico, sino tan sólo simpatía.
A veces me ha pasado que una de esas oníricas compañías anda en el mundo real un poco mustia y entonces me dan unas ganas tremendas de animarla diciéndole: "Besas muy bien en sueños. Ese es un arte que muy pocos dominan. Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos".
Pero, claro, no puede uno por ahí diciendo esas cosas a la madre de un amigo, a la conserja del cole de tu hija, al mantenedor de tu bloque de pisos o a ese padre joven de cinco hijos que se levanta todos los días a las seis de la maña para barrer diligente tu calle y con el que en sueños compartí mujer tan ricamente.
Y aquí Alejandro Luque, escritor y periodista de El Correo de Andalucía habla de mis Apuntes y fuegos.
martes, 7 de septiembre de 2010
Día del orgullo piojero
(Esta sorna no está dirigida a los ecologistas, entre los que me incluyo, sino a los ecofascistas, esos que quieren reducir el número de habitantes de Gaia a cien millones)
Compañeros:
Los ecofascistas hemos conseguido que matar al nasciturus sea derecho y matar al perro sea un delito. Pero no debemos contentarnos con eso. Todo lo que alienta y vive, menos el nasciturus humano, debe ser protegido. Por eso hoy hemos declarado el DÍA DEL ORGULLO PIOJERO. Si la vida de los animales es tan digna como la humana, ¿por qué defendemos sólo la vida de los delfines, las ballenas, los perros y los monos? ¿Por qué un piojo va a valer menos que el lince ibérico? ¿Qué culpa tiene él de no poder vivir si no es con sangre humana? Si el hombre no vale más que los animales, sino lo mismo, ¿por qué hay que hay que matar a los piojos, sobre todo teniendo en cuenta que ellos tienen la delicadeza de cohabitar con nosotros sin matarnos? Si hay un día del orgullo primate, también lo debe haber del orgullo piojero, porque lo que hace digno a un ser no es ser humano, sino estar vivo y tan vivo está el piojo como el homo sapiens.
Amigos ecofascistas, adoptemos cada uno un piojo y, juntando nuestras cabezas, permitamos que se reproduzcan y salten de cabeza en cabeza en una orgía feliz. El ser humano que está poblado de piojos es más digno, porque es como un árbol cargado de árboles y nidos. Si realmente eres ecofascista, si realmente consideras que tan digno es el ser humano como cualquier otro animal, no te limites a denunciar al abuelo que mató al perro rabioso que mató a su nieto: denuncia a todas las madres que despiojan a sus niños y a las que les echan antipiojos para que los pobres piojos no tengan donde anidar.
¡Vivan los piojos y las piojas!
Compañeros:
Los ecofascistas hemos conseguido que matar al nasciturus sea derecho y matar al perro sea un delito. Pero no debemos contentarnos con eso. Todo lo que alienta y vive, menos el nasciturus humano, debe ser protegido. Por eso hoy hemos declarado el DÍA DEL ORGULLO PIOJERO. Si la vida de los animales es tan digna como la humana, ¿por qué defendemos sólo la vida de los delfines, las ballenas, los perros y los monos? ¿Por qué un piojo va a valer menos que el lince ibérico? ¿Qué culpa tiene él de no poder vivir si no es con sangre humana? Si el hombre no vale más que los animales, sino lo mismo, ¿por qué hay que hay que matar a los piojos, sobre todo teniendo en cuenta que ellos tienen la delicadeza de cohabitar con nosotros sin matarnos? Si hay un día del orgullo primate, también lo debe haber del orgullo piojero, porque lo que hace digno a un ser no es ser humano, sino estar vivo y tan vivo está el piojo como el homo sapiens.
Amigos ecofascistas, adoptemos cada uno un piojo y, juntando nuestras cabezas, permitamos que se reproduzcan y salten de cabeza en cabeza en una orgía feliz. El ser humano que está poblado de piojos es más digno, porque es como un árbol cargado de árboles y nidos. Si realmente eres ecofascista, si realmente consideras que tan digno es el ser humano como cualquier otro animal, no te limites a denunciar al abuelo que mató al perro rabioso que mató a su nieto: denuncia a todas las madres que despiojan a sus niños y a las que les echan antipiojos para que los pobres piojos no tengan donde anidar.
¡Vivan los piojos y las piojas!
lunes, 6 de septiembre de 2010
Me mide tres centímetros más
Sí, he caído en la indignidad de medírmelo: en tres meses, el perímetro del brazo me ha crecido tres centímetros. Y sin tomar creatina ni suplementos ni cosas de esas. Sólo levantando las mancuernas hacia el cielo.
Me gusta pensar que con cada alzamiento crecía más la hierba por la noche, mataba monstruos en las pesadillas de los niños y cantaban más fuerte los pájaros en los árboles.
Una persona que me conoce bien me dijo: Jesús, estás sustituyendo una obsesión por otra y ahora te ha dado por los músculos y no me gusta.
Y tiene toda la razón. No me gustaba a mí hasta que me han salido esos tres centímetros con veinte minutillos de gimnasia tres veces a la semana durante tres meses. Tres centimetrillos más y paro, que tampoco soy tan alto como para permitirme el lujo de crecer a lo ancho, aunque el ancho sea músculo.
Qué bien hizo Dios este cuerpo y qué fácil es engatusarme con el juguete y olvidarme de quién me lo ha regalado. Lo mismo que me ha dado los tres centímetros me los puede quitar. Sea lo que Él quiera. Pero, mientras tanto, ya que me dio este cuerpo como uno de los pocos talentos que tengo, ¿por qué no sacarle más partido para quien tiene el gusto de tenerlo entre sus brazos?
Me gusta pensar que con cada alzamiento crecía más la hierba por la noche, mataba monstruos en las pesadillas de los niños y cantaban más fuerte los pájaros en los árboles.
Una persona que me conoce bien me dijo: Jesús, estás sustituyendo una obsesión por otra y ahora te ha dado por los músculos y no me gusta.
Y tiene toda la razón. No me gustaba a mí hasta que me han salido esos tres centímetros con veinte minutillos de gimnasia tres veces a la semana durante tres meses. Tres centimetrillos más y paro, que tampoco soy tan alto como para permitirme el lujo de crecer a lo ancho, aunque el ancho sea músculo.
Qué bien hizo Dios este cuerpo y qué fácil es engatusarme con el juguete y olvidarme de quién me lo ha regalado. Lo mismo que me ha dado los tres centímetros me los puede quitar. Sea lo que Él quiera. Pero, mientras tanto, ya que me dio este cuerpo como uno de los pocos talentos que tengo, ¿por qué no sacarle más partido para quien tiene el gusto de tenerlo entre sus brazos?
viernes, 3 de septiembre de 2010
Conversación con un moribundo
Hoy cambio de tercio y paso de la vida a su contrario.
Una cosa es que te digan que un vecino tiene cáncer y otra muy distinta verlo pasear con un bastón una semana antes de su muerte. Yo lo recordaba rollizo, alegre y hablador y ahora era una precalavera de ojos hundidos, nariz afilada y pómulos salientes.
Cruzamos unas palabras y nos confió su plan para que España saliera de la crisis económica (me dan ganas de pasárselo al gobierno, ya que dicen que los moribundos tienen el don de la profecía). Y nos dijimos “hasta la vista”.
Debería haberle dicho “Vaya usted con Dios”. Y me pregunto por qué nos empeñamos en tratar a los agonizantes como si fuesen unos niños con toda la vida por delante, cuando en realidad lo que tienen por delante es un abismo al que deben despeñarse ellos solos.
Deberíamos habernos sentado en un banco y hablar del tránsito. Él me podía haber dado algún consejo sobre la vida que me quedaba y yo debería haberlo invitado a reconciliarse con ese hermano con el que no se hablaba. Le podría haber dicho que tras ese abismo no estaba la nada, sino la luz y que si en el cielo veía a un señor joven y vestido de novio y con una guitarra en la mano, ese era mi padre y que le enviase mis saludos.
Si alguno de los que me lee me ve a un paso de la muerte, le ruego que no me hable de los planes que me quedan en la tierra, sino de los planes del cielo.
Y por el vecino, enciendo hoy una vela.
Una cosa es que te digan que un vecino tiene cáncer y otra muy distinta verlo pasear con un bastón una semana antes de su muerte. Yo lo recordaba rollizo, alegre y hablador y ahora era una precalavera de ojos hundidos, nariz afilada y pómulos salientes.
Cruzamos unas palabras y nos confió su plan para que España saliera de la crisis económica (me dan ganas de pasárselo al gobierno, ya que dicen que los moribundos tienen el don de la profecía). Y nos dijimos “hasta la vista”.
Debería haberle dicho “Vaya usted con Dios”. Y me pregunto por qué nos empeñamos en tratar a los agonizantes como si fuesen unos niños con toda la vida por delante, cuando en realidad lo que tienen por delante es un abismo al que deben despeñarse ellos solos.
Deberíamos habernos sentado en un banco y hablar del tránsito. Él me podía haber dado algún consejo sobre la vida que me quedaba y yo debería haberlo invitado a reconciliarse con ese hermano con el que no se hablaba. Le podría haber dicho que tras ese abismo no estaba la nada, sino la luz y que si en el cielo veía a un señor joven y vestido de novio y con una guitarra en la mano, ese era mi padre y que le enviase mis saludos.
Si alguno de los que me lee me ve a un paso de la muerte, le ruego que no me hable de los planes que me quedan en la tierra, sino de los planes del cielo.
Y por el vecino, enciendo hoy una vela.
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