lunes, 29 de agosto de 2011

Pecando de narcisismo



Desde que me hice un programa de deporte para desprogramarme de la nicotina, comencé a ponerme fuerte sin demasiado esfuerzo. El problema es que en una persona obsesiva como yo es la mar de fácil caer en el narcisismo del cuerpo, pero también la mar de feo. Me imagino posando como el de la foto y me muero de vergüenza.

He recibido varios toques de la Tierra y uno del Cielo y me he puesto a buscar razones que me animen a seguir haciendo deporte no por narcisismo y vigorexia, sino:

a) porque Dios me ha dado este soporte material no para que lo afofe en el sofá, sino para que yo le saque el máximo partido. ¿No nos repartió unos talentos a cada uno? Pues a mí me dio pocos, pero uno es este cuerpecito resistente y agradecido

b) porque noto que, cuando corro o hago flexiones, tengo más ganas de vivir y comerme el mundo y siento una especie de droguilla corporal: unacosamugrandequenosepuexplicar

c) porque siempre me han impresionado esos padres fuertes que llevan un hijo colgado de cada brazo

Así que:
a) romperé los espejos de mi casa y consagraré el sufrimiento del deporte a causas nobles: las energías que invierto en mi cuerpo la recogerán los ángeles centuriones para repartirla allá donde haga falta.

b) y no pisaré la sala de máquinas del gimnasio, sino solo la piscina. Y si aun así me pongo más fuerte aún, cuando vaya a la playa, me vestiré de saco y ceniza o iré al alba para no presumir y para que sólo Dios lo vea

c) y, por último, no aumentaré el peso de mis mancuernas. Puede que incluso, en vez de elevar mancuernas hacia el cielo, eleve dos ejemplares de la Biblia Políglota. Sí. Eso haré.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Verano veranete

Afeitarme en el patio, flexiones, ducharme con la manguera entre las flores, beber del botijo, siestas largas, té con hielo, mariposas de aceite encendidas para la Doncella, que tengo mucho que pedirle, Coronita con hermanos y amigos, veladas con personas que no veo desde hace tiempo, estrellas fugaces mientras hago el muerto en la piscina, berenjenas fritas con un chorrito de miel, frutas del bosque heladas con zumo de naranja, polos, helados y batidos, gazpacho bien frío, luchar contra las olas en la playa, hacer la comida con música y secarme las manos en el delantal para estrechar la mano de mis invitados, la Divina Comedia, endecasílabos rondándome a medio hacer mientras pinto rejas y barnizo mesas, pescado fresco y vino blanco, tirar a la basura cajas y cajas que tenía de recuerdos y papeles que ya ocupaban más espacio en mi casa que en mi corazón. Y, lo mejor, Eros revoloteando por toda la casa y yo con él, sin fumar.

domingo, 7 de agosto de 2011

Entierro en un pueblo

Ha muerto sin saber quién era, pero lo sabían su madre y su hija, que lo quisieron y lo cuidaron hasta el final.

A él lo asocio a la etapa más feliz de mi vida: la infancia. Y el niño que aún soy por dentro ha rezado por él.

El entierro ha sido en la iglesia de Cártama, abarrotada. El cura, que venía de Taiwan, les dio a las dos mujeres las gracias por haber amado hasta el final.

El féretro lo llevaron a hombros seis nietos del deudo, jóvenes, altos y fuertes. Y lo han enterrado muy cerca de mi abuela.

Mientras sellaban el nicho, todos pensábamos que ese agujero nos esperaba también a nosotros.

No me disgusta pensarlo, si es allí, junto a los cipreses, apuntando al cielo, bajo la ermita de Cártama a la que me llevaron de niño.

lunes, 25 de julio de 2011

Notas de Castilla

1. Los pueblos tienen los nombres de los apellidos de mis amigos. Ya sé de dónde vienen sus ancestros.
2. En los campos, viña, mies y girasol.
3. Pueblos pequeños con iglesias grandes. Los museos y las bodegas cobran; las iglesias, mucho más hermosas, no.
4. Aves rapaces señoreando el cielo.
5. Poca gente en las carreteras; en ningún lugar hay que guardar cola. Tratan bien al viajero. Nada de aglomeraciones y prisas.
6. En la iglesia de Santa María de Wamba el corazón se pone a cantar y, en su apabullante osario, a pensar en lo que a uno le espera. Gracias a Antonio, el guía de la iglesia, enamorado de la luz y la belleza, hemos aprendido con él mucho más que en un máster de arte. Por ejemplo, ahora sé que el mal absoluto es un león con cuernos en el inframundo.
7. Recomiendo la bodega Emina, de la empresa de Matarromera, en la Ribera del Duero, y en concreto el restaurante de la bodega. Nana y Pope os tratarán como a reyes. Y, al lado, el impresionante monasterio cisterciense de San Bernardo.
8. Dios, vino, castillos, chopos apuntando al cielo y cigüeñas en todas las torres, espadañas, silos y aljibes. Vine con intención de escribir prosa y solo me ha salido poesía.
9. En el hotel AC de la Rioja hay una sauna, un baño turco, una sala de musculación y una piscina climatizada. He disfrutado de todo eso yo solo, muy temprano.
10. Y en la piscina de nuestra anfitriona, por quien brindo y rezo, me he bañado todas las noches, cuando todos, menos la luna y yo, dormían. Las noches castellanas son recias, pero los chopos me llamaban al agua fría y ella me agradecía ese encuentro poniéndome más fuerte. Y os envío la fuerza, amigos, porque por el momento me sobra.

El mejor regalo del verano ha sido Castilla de manos de una amiga. A sus pies.

viernes, 8 de julio de 2011

Del placer y el sufrimiento de correr


Antes me reía de los que hacían deporte en la calle. Qué ganas de sufrir, me decía ese fariseo interior que se cree puro y especial. Pero desde que dejé de fumar, me he habituado a correr varias veces por semana. Es un deporte barato, que no requiere infraestructura ni impedimenta. Solo piernas, calle y ganas. Voy con la música, bajo los árboles, al alba, por el parque, cuando en él solo hay gente que viene de la juerga, hombres buscando plan en rincones oscuros y alguna señora robando flores públicas para su casa.

Qué placer indecible dar zancadas sobre la tierra, sin pisar nunca las flores, si acaso, salpicándolas con un poco de sudor, y luego meter la cabeza bajo la fuente y abrir los brazos para abrazar al mundo y llenarse los pulmones del aire azul que Dios tuvo a bien regalarnos en esta su esfera diamantina y favorita.

No me gusta correr cuando hay mucha gente. Me sigue dando vergüenza mostrarme sudoroso y con cara de esfuerzo y sufrimiento. En fin, la hidalguía que uno aprendió de niño. Pero he descubierto el valor del sufrimiento voluntariamente infligido. He comprendido al faquir en su cama de pinchos, al samurái en sus pruebas de dolor y privaciones, al ermitaño y al santo que mortifican su carne... A su lado me siento un poco miserable porque el sufrimiento que me inflijo es por razones materiales, mientras que ellos lo hacen por razones espirituales, que son más elevadas.

Por eso, a partir de hoy, correré y el esfuerzo y el sufrimiento se los envío a Dios envueltos en flores y plegarias para que, si tiene a bien transformarlos en bienes, amor y salud, los reparta a quien esté más triste y desesperado, a quien esté muriendo a solas, a quien haya perdido la esperanza.

Así regresaré a casa no solo más sano, sino, quizá, ojalá, más bueno.

Y a Dyhego, felicidades por la imitación que ha hecho de mí. Es todo un maestro.