Chica muy solidaria en parada de autobús. Lleva en la camisa un estampado contra el racismo y compra abalorios jipis a los inmigrantes. En su carpeta, una pegatina contra el machismo. Coge el autobús a las siete y media de la mañana todos los días y los conductores la temen, porque si el autobús llega cinco minutos tarde o sale medio minuto antes, ella se lo echa en cara con muy pocas contemplaciones. Una mañana el autobús llega a las siete y veintinueve minutos y el conductor, en vez de abrirnos las puertas, sale discretamente por la puerta trasera en dirección al parque y regresa tres minutos después. El autobús sale a las siete y treinta y cuatro. La chica solidaria le echa en cara que con el frío que hace nos ha dejado a todos fuera mientras él se iba y que para colmo salimos tarde. El conductor responde: “Verá usted, es que los conductores no somos máquinas y tenemos que mear de vez en cuando. Si fuéramos robots, yo entendería que usted se enfadase si salimos tarde, pero es que esto es lo que tenemos los hombres: que meamos.” No se crean ustedes que a la chica hipersolidaria la convenció el argumento. “A mí eso no me importa. Yo lo que quiero es que el autobús salga a su hora. Si la empresa les da a los trabajadores unos horarios inhumanos y en la parada no pone un retrete para ellos, el que no tiene que pagar las consecuencias es el cliente. A mí qué me cuenta.”
Así ocurrió, así lo vi, así lo cuento.
En fin, que mucha gente, como doña hipersolidaria, no saben lo que es el amor al prójimo, el respeto a los demás, tratar a los demás como fines en sí mismos. Ella sólo quiere comodidades, puntualidad, eficiencia, o sea, verse rodeada de cosas que le sirven para lo que ella quiere, no de personas que a veces se ponen enfermas o mean. Hay que suponer que ella, de ser el conductor, se dejaría reventar la vejiga para que los pasajeros no lleguen un minuto tarde a sus destinos.
18 comentarios:
Ella, entonces, era de las hipermegaguays, ¿no?...Es por hacerme una idea más cercana de la que sería mujer de mi vida...Ah, no, que la mujer de mi vida ya está conmigo y no tiene inconvenientes para que yo haga pipí y popó, siempre y cuando lo necesite, obviamente, que esto de las necesidades perentorias se presta a tantos abusos...
Un fuerte abrazo, querido Jesús.
Dios (o quien sea) nos libre de las jipis hipersolidarias de causas mayores. Lo que les pasa, con perdón, es que follan muy poco, o muy mal, o ambas cosas.
Veo que Octavio me ha leído el pensamiento. Qué difícil es, en ocasiones, ser consecuentes...
Señor, Señor, ¡ cuánto hay de contradicción en nuestra vida ! en unos instantes, en un momento, siendo los mismos, nos contradecimos. Así somos…
Quizás duerma mal la chiquilla, y no solo es el sexo lo que no funciona, je,je,je,je,je
Con ese talante que demuestras, está claro que habrías tenido buenos momentos en tu vida con, o sin dinero, porque aun considerándolo bueno, limitas mucho sus objetivos lícitos en el sentido de que producen satisfacciones no materiales, libertad, felicidad... Lo malo del dinero y del consumismo es que es adictivo y sucede como con el tabaco. Por cada cigarro que disfrutas, hay tres que no te enteras y uno que te hace sentir mal, a pear de lo cual sigues fumando... Por eso dice el Evangelio que es más difícil que entre un rico en el Reino de los Cielos que encontrar una aguja en un pajar y no (como erróneamente muchos interpretan) porque piense que los ricos son mala gente.
El comentario sobre la ctividad sexual de la chica me parece poco apropiado, ¿si fuera un varón, sería lo mismo?
Vaya por delante que su actitud me parece detestable; hay personas así al margen del sexo y de la edad. Yo las veo y las oigo con frecuencia. Se trata de intolerantes "a la violeta".
VALE, (ya conseguí tu último libro), amice.
Queridos amigos: no sabía yo que la anécdota tuviera tanta mandanga. Yo creo que hay personas que, tengan o no buena vida sexual, hagan bien o no sus necesidades (que quizá sea lo que sugiera mi amigo Aloisius), sean mujeres o varones, vistan como jipis o como pijos, van por la vida con el talante de nuestra amiguita la hipersolidaria. A Juanma, Octavio y Juan Antonio, un codazo de complicidad. A Aloisius un abrazo. A Anónimo gracias por esa reflexión aguda (no sé si es el mismo anónimo que siempre le da la vuelta a la tortilla y que me gusta) y a Lola, Dei te faveant!
Ab imo pectore,
Jesús COtta
Por supuesto, querida Lola, si fuese un varón diría lo mismo: un jipi hipersolidario que folle poco haría lo mismo. O que tenga problemas de retención de heces, en fin. El problema que plantea Jesús, me parece (y asñi lo veo yo), es independiente del sexo de la persona en cuestión. En este caso, la anécdota la protagoniza una mujer. De haber sido un hombre, no creo que su entrada hubiese diferido en absoluto. No seamos hipersensibles...
dime qué incongurencia ves y te diré de qué pie (camiseta o línea de autobús) cojeas. bien está pedir la coherencia pero no tan bien ponérsela a huevo a quien entonces contraataque: pues el avaro levaba un crucifijo al cuello; mucho ir a misa y no daba limosna, la tía. cosas así. supongo que lo mejor es indultar a las criaturas y ser intransigente con los mayorzotes que están jodiéndonos a lo grande. la niña del autobús sólo llevaba un crucifijo distinto (jipi, solidario, cheguevaro). Un abrazo, Jesús
Querido Jesús: ElTendedero c´est moi hasta cierto y buen punto. Lo que dice tiene alguna errata pero está dicho con razón. Mientras la clase alta no dé (que no lo da) ejemplo de nada, ¿qué quieres de la chica del autobús? Y, desde luego, lo de la bien follá es tan inoportuno como si de un señor Carlos Amigo se dijera eso mismo. ¿No tiene derecho la gente a follar o a no follar? Por la polla muere el pez, se llame Octavio.
A mí me relaja; por supuesto, a gente tiene derecho a decirdir y es muy respetable decidir lo contrario, no seré yo quien dogmatice con estas cosas. Qué serios os ponéis, vaya.
Querido Daniel: pues tienes toda la razón. Si puse a una chica jipi y cheguevariana es porque ahora se llema mucho más que una monja vieja con crucifijo. Mientras que las chicas jipis cheguevarianas alardean de sus símbolos, los cristianos ya no tanto. Por eso me da más gusto arremeter contra la jipi que contra la monja o el mayorzote cargado de escapularios. Pero no te quepa duda de que en otra época él y no ella habría sido mi objetivo. Un abrazo
Querido Octavio: tus comentarios siempre serán bienvenidos. Un abrazo
Qué bueno, pasa mucho también con esa oficinista que no da un palo al agua y se queja todo el día de su asistenta, de lo mucho que cobra y lo poco que hace para lo que le paga.
Cuidado, José María, habla mejor de ese oficinista y de su asistente en casa, que si no los y las adalides de lo políticamente correcto se te van a echar encima.
Lo arreglo: esa oficinista lesbiana que no da un palo al agua y se queja todo el día de su asistente gay, de lo mucho que cobra y lo poco que hace para lo que le paga
Mucho mejor, José María. Da gusto saber que, en sitios como este blog, uno no está solo.
Yo creo que la chica de la historia que cuenta Jesús (que es real) no hubiera hecho lo mismo si el conductor del autobús hubiese sido una mujer negra y el autobús estuviese rodando por Cuba. En esos casos me da a mí que no le habría espetado eso, que también podría ser provocado por una úlcera: no sólo del poco follar o el estreñimiento vive la mala leche.
A mí, lo que me mosquea es que la gente sea solidaria con quien no es su prójimo.
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