viernes, 6 de noviembre de 2009

De la solemnidad a la escatología

Una vez, siendo yo púber, asistí a una especie de charla-conferencia-tertulia. La daba Nosequién Muyimportante. Nos rogaron el máximo silencio, porque Nosequién hablaba muy bajito. Entramos en una inmensa sala, donde todo era moqueta, cortinas y tapices. Todo muy acolchado y silencioso. Sólo se oían nuestras respiraciones y el susurro del conferenciante. En verdad, en verdad os digo que hablaba supermegarrequetebajito. Y entonces, oh dioses, a mitad de charla, cuando más aguzábamos el oído porque iba a contarnos algo especialmente maravilloso en voz especialmente baja, oyóse una estruendosa trompa, la nota más baja de un saxo intestinal, un fabuloso y largo RRRAS incontinente que se alzó por encima de la voz del conferenciante y que, de tan fuera de sitio que estaba, lo recuerdo acompañado de efectos especiales de luz y sonido. En fin, un peo tan horrendo y descarado, que me pregunté si es que el autor quería provocar o si es que era tan ingenuo de pensar que podía deshacerse de él sin ruido.

Yo miré a un lado y a otro, en fin, esas cosas que uno hace para mostrar que uno es muy digno y que no ha sido. Pero allí a nadie se le movió el rictus, continuaron siendo estatuas y nadie comentó nada de aquello a la salida.

Me parece increíble que de todo lo que aquel hombre importantísimo nos contó no recuerde yo ni una sola palabra y, sin embargo, recuerde con tanta nitidez algo tan fatuo y fugaz como un peo.

Y para quien quiera, otro relato en el Eroticón.

18 comentarios:

JESUS FIDELIS dijo...

Suele pasar, marca más lo soez que la brillantez.
Ahí tienes la tele basura, nadie reconoce verla, pero unos indices de audiencia tremendos.

Anónimo dijo...

Tiene otra explicación: conferencias seguro que has acudido a muchas, muchísimas. Pero... ¿cuántas ahn sido interrumpidas epor un estruendoso cuesco? Seguro que no tantas. La excepcionalidad hace mella, y siempre se recuerda.
Un abrazo, Jesús.

Er Tato dijo...

Algo parecido me ha pasado a mí con la carcajada que acabo de tirarme: los que andaban cerca se me han quedado mirando con cara rara.

Ya me has alegrado la mañana, Jesús. Gracias.

Un abrazo

Héctor Meda dijo...

XDDD

¡Qué poco dura la seriedad en este loco mundo!

Gerardo dijo...

jajajajaja, jajajajaja, jajajajaja, amigo Jesús Lobato, creo que no tiene remedio. Y digo yo ¿Para qué el remedio si asi está muy bien?
Un abrazo.
Gerardo

Jesús Cotta Lobato dijo...

Tocayo, eso debe ser porque dentro de nosotros hay una criatura oscura y morbosa.

Octavio, he ahí la explicación. Bravo.

Tato, entonces doy por buena mi mañana si te la he alegrado a ti. Un abrazo.

Héctor, hasta en los entierros ocurren cosas cómicas. Qué lástima.

Gerardo, no sé si está bien o no, pero me preocupa eso de no tener remedio. Un abrazo, amigo.

Juanma dijo...

¡¡Entre Ridao y tú estamos apañados esta mañana!!. Fantástico, Jesús, así da gusto. Bueno, tan a gusto como se quedaría el protagonista pedorro.

Un fuerte abrazo.

lolo dijo...

Púber, pero no sordo. La memoria a esa edad es supermegahiper selectiva, luego...también.

Lo encuentro muy solemne, el recuerdo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Es lo que hay Jesús, y lo que habrá...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Juanma, Ridao y yo somos terribles. Un abrazo.

Lolo, si es tan selectiva la memoria, ¡podía haber escogido momentos e instantes más bellos! Pero, claro, ella no escoge lo que yo quiero,sino lo que ella quiere.

Javier, vanitas vanitatum, pedum pedorum. Un abrazo.

Outsider friar dijo...

"a nadie se le movió el rictus..."
(Eso sería porque ya era habitual aquel sonido a mitad de charla, tan habitual como, mutatis mutandis, el sonido de desenvolver un caramelo muy bien envuelto que una señora desenvuelve cada día en mi iglesia en el silencio de postcomunión).

Jesús Cotta Lobato dijo...

Outsider, yo creo que lo del caramelo es casi peor, porque el silencio de postcomunión es mucho más importante que todas las conferencias juntas. Pero, en fin, también reconozco que es un sonido, el del papelito del caramelo, más agradable. Un abrazo.

Mirna dijo...

Qué bueno, Jesús. Pero vamos ¿a ti qué no te ha pasado? Me he reído mucho con tu entrada de hoy. Un abrazo.

elpiyayo dijo...

Pero si fue sonoro es natural como una amapola. Pero son los que no suenan, que denotan vejez en los intestinos y se deja caer con sed de venganza, huelen tanto que el aire se calienta de tal forma y manera, que cuando llegas a tu casa lo sigues oliendo. Lo curioso es que el que se lo tira suele ser un tio con una cara dura que se la pisa, que es capaz de no sonreir ni mirar a ver quien ha sido, le da igual, son pedos asesinos.
Por cierto, joder por joder no vale, solo dar por saco pero con fundamento ---ones

Julio dijo...

Jejejejej. Me has hecho recordan una anécdota similar: entrenaba yo, que antes de estar gordito era corredor de maratón, en el desaparecido polideportivo de Chapina, y estaba tonteando con una chica de buen ver.
Un día, haciendo carrera continua, reviré una esquina y me encontré el culo de la susodicha que, sin advertir mi presencia, se rajó literalmente. Desde esa misma tarde comencé a dedicarle mis poemas a otras.
Un escatológico abrazo, Jesús.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Mirna, me alegro de hacerte reír. Ayer era un día triste para los dos.

Piyayo, esto de los pedos asesinos es magnífico.

Julio, ¡qué batacazo! ¡Todo Platón se derrumbó con aquel sonido! Yo también habría compuesto mis poemas a otra. Un abrazo.

LFU dijo...

Lo mejor, el uso del vocablo "peo" prescindiendo de la "d" que es la que lo hace malsonante. Un abrazo y gracias por hacernos sonreir

Jesús Cotta Lobato dijo...

LFU, tienes razón. Esa d tan feota... Un abrazo.