Una niñita que quiero mucho me ha contado que ella duerme en la litera de arriba y que, a sus cinco años, una noche, jugando, se cayó al suelo y que notó cómo unas manos muy suaves le rodearon la cabeza para que no se la partiera contra el suelo y que, ahora que tiene diez años, se da cuenta de que tuvo que ser su ángel de la guarda.
Yo le he dicho que sí, que tuvo que ser él.
Y le conté una vez que tuvo que ser también un ángel quien nos salvó a varios alumnos y a mí de una pedrada que un canalla arrojó desde la calle contra el aula y que pasó rozándonos las narices y las cabezas a todos hasta estrellarse contra la pared.
Si los ángeles no existieran, el suelo sería más duro y las piedras más cabronas.
Puede que los ángeles no puedan un día protegernos de las piedras, quizá porque el que las ha lanzado es más fuerte que ellos o porque viene acompañado de una legión de demonios con mucha mala leche. Pero por esa piedra que nos partirá un día la cabeza, ¡de cuántas nos han librado sin que lo sepamos!
Para esta niña y para vosotros, este ángel de Giotto
8 comentarios:
Los ángeles existen, no puede ser situaciones de suerte extrema. Lo digo por experiencias laborales donde ha pasado por nuestro lado.
Un abrazo Jesús, espero que tú y los tuyos siempre tengáis vuestro ángel cerca.
Héctor, ¿conque tú también has tenido experiencias laborales de ese tipo? Deberíamos recopilarlas todos en un gran libro de ángeles. Un abrazo.
Que bueno un libro de ángeles , fuerzas espirituales o energía que nos proteja . Al final el amor nos envuelve siempre y salva .
Que el amor siempre lo respire Sr Cotta .
Qué bonito. Los que más me gustan son los visibles, los de carne y hueso. Esos que pasan por la vida ayudando a los demás, y que tantas sonrisas dejan en su estela.
Quizá es que estén guiados por la gracias de los otros, eso ya no lo sé.
Rosna, gracias por ese deseo suyo. Es justo lo que quiero y necesito.
Anónimo, esos ángeles de carne y hueso me han salvado muchas veces. A ellos les debemos otra entrada. Bienvenido.
Jesús, en una práctica de explosivos, pusimos una carga grande en una viga de carga, hubo un fallo de cálculos en la relación peso-carga y la viga salió disparada hacia donde estábamos nosotros (unos 25 metros), la viga nos calló a 50 centímetros. Desde entonces creo que no todo es azar.
Un abrazo, Héctor.
P.d: En poco tiempo tatuare en mi cuerpo el casco de Héctor, y me gustaría enseñártelo antes de plasmarlo, ¿como lo puedo hacer?
El corrector de google chrome me ha jugado una mala pasada,se ha puesto calló en vez de cayó. Perdón por la falta.
Mi querido Héctor de tremolante casco, esa historia tuya habrá que escribirla en el libro de los ángeles. Y por cierto, el Héctor que me regalaste sigue en mi coche y todo el mundo me pregunta por él. Lo del tatuaje del casco de Héctor me parece una de las mejores ideas del mundo. Te cuadra ese tatuaje. Si quieres que lo vea, me lo puedes hacer llegar, si quieres, a través del correo que figura en el blog, que es: jesuscottalobato@gmail.com
Ex corde, Jesús
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