jueves, 6 de noviembre de 2014
A Miguel Cotta Rebollo, diez años después de su muerte
Yo soy aún
el niño que escalaba por tus piernas
interminables,
el que llevaste a hombros por los ríos,
el que ya no tenía fiebre
cuando tu recia mano lo tocaba.
Todos mis versos los ha escrito
el trepador feliz desde la altura
de tu mano, de tus hombros y tus piernas.
Ni el Faro ni la Torre ni la Cumbre
me elevaron jamás como tus palmas
para que viera el nido de zorzales
en pleno corazón del limonero
o arrancase el limón más grande y alto
o la pluma del ángel que sestea.
Toma las lunas de este limonero
a cuya sombra escribo y te recuerdo.
Lucieron en tu ojal cuando eras novio
y conquistaste el corazón de la muchacha
que me llevó en su vientre.
Cuídala desde las estrellas, padre.
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11 comentarios:
Sin palabras me dejas, Jesús.Y niña quiero sentirme yo, y acurrucarme en el sillón con mi padre de mi alma y escuchar su " Te quiero más que a mis ojos " o "¿ Cómo a una cosa tan chiquinina se la puede querer tanto?".
Mes y medio hace que perdí a mi padre, y parece siglo y medio.
Un abrazo
Don Epifanio:
Curiosamente, mi madre también se apellidaba Rebollo, el 4 de noviembre se cumplieron 23 años de la muerte de mi madre.
25 neutonios luctuosos.
Alea, esas palabras de tu padre son verdadera poesía. He rezado por él. Espero que, aunque estés un poco triste, tengas el sosiego de haberlo querido tanto y de haber sido por él tan querida y te sientas acompañada por él. Ex corde, Jesús.
Don Dyhego, me gusta esa bonita coincidencia. Ya tenemos otra cosa en común. Quizá, Diego, estemos usted y yo destinados a irnos de aquí en noviembre, como su madre y mi padre. Un abrazo de deudo a deudo
Precioso poema, Jesús, realmente precioso.
A mí me resultaba imposible hacer poemas sobre familiares, y ni lo intentaba. Ahora tal vez me sea posible, pero es demasiada emoción.
Un abrazo.
Antonio, los poemas dedicados a gente muy querida solo salen, al menos a mí, cuando ellos quieren, no cuando yo quiero. Un abrazo grande.
Precioso, Jesús.
Daniel, un abrazo fuerte.
Una ofrenda, en el sentido más noble y antiguo.
Mis saludos.
Reciba usted también los míos, Retablo
Con un nudo en la garganta, precioso...
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