miércoles, 18 de mayo de 2016

Eduardo Nicol

Decía el filósofo español Eduardo Nicol que, aunque se achaca a los españoles poco respeto por las culturas amerindias al imponer la religión católica, había en ellos un sentimiento de igualdad con los indígenas, hasta el punto de que, en vez de dejarlos abandonados a sus costumbres, los querían fuera del error, porque los consideraban tan dignos de la de la fe como cualquier europeo, y los obligaban a abandonar los sacrificios humanos y ponían en el altar de la sangre una imagen de la Virgen y les enseñaban a enramarlo y ponerle flores.

¿Qué pensarían esos sacerdotes acostumbrados a la carne humana al ver a aquellos hombres barbados y bien bragados venerando a una Virgen que amaba las flores?


2 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
supongo que la primera reacción sería la de sorpresa.
La segunda sería pensar que una religión así deber conducirnos a la felicidad.
La tercera sería comprobar que, como en todos sitios, hay gente que aprovecha la buena fe de la gente para ejercer e imponer su tiranía.
Por desgracia.
25 neutonios floreci2.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, creo que usted lo ha clavado. 25 neutonios enramados