Hace unos diez años tuve un sueño muy vívido, límpido, lúcido y, en general, muy esdrújulo e inténsulo él. Soñé que me bañaba en una corriente de agua subterránea fresca y transparente donde pasaron ciertas cosas que es mejor no contar. El caso es que tengo todavía muy grabadas en mi memoria las formas y espacios de aquel lugar.
Y cuál fue mi sorpresa cuando hace un par de meses, visitando la Gruta de las Maravillas de Aracena, después de la llamada Cristalería de Dios, encontré el lugar exacto de ella donde transcurrió mi sueño.
Lo más curioso es que yo había visitado esas cuevas hacía más de treinta años y solo me acordaba, vaya usted a saber por qué, de la llamada Sala de los Desnudos. De lo demás no lograba acordarme en absoluto. Pero se ve que las grutas estaban escondidas en mi mente esperando, para regalarme un sueño delicioso y detallado.
La mente humana es misteriosa y grande como el mundo. ¡La de sitios y cosas y personas y maravillas y horrores y pasadizos y secretos que tendré seguramente dentro de esta mollera calva! ¡Lo que me gustaría realizar por ahí un viaje, a ser posible, sin psicotrópicos!
2 comentarios:
Don Epifanio:
seguramente esa imagen le causó a usted un tremendo impacto y la ha tenido en estada larvado hasta que, vaya usted a saber por qué, ha salido a la superficie estimulada por algún otro recuerdo relacionado...
Siempre es bueno tener sueños agradables.
Ojalá los tenga usted todas las noches.
25 neutonios cristalinos.
Don Dyhego, le deseo a usted para esta noche un sueño tan reparador como aquel. Reciba mi aprecio por la paciencia y el apego que me tiene.
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