En La rama dorada, Frazer no comenta
nada sobre este rito de pubertad, en mí cumplido
ya en la madurez aletargada:
tomar unas cervezas con mi padre,
solos los dos, hombro con hombre
que a fin de resolver sus diferencias
hacen coro al pedir la última ronda.
Ligeramente ebrio, a los treinta y cinco años,
al lado de este otro hombre maduro,
hoy me he hecho adulto por el rito
de un poco de lúpulo y la embriagadora fuerza
que da el viril cariño de abrazarnos,
cuando ayer mismo hubiéramos podido
tumbarnos a sonoros puñetazos.
(de Lejos)
En agradecimiento a toda una vida dedicada a la poesía. Descanse en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario