Conectado a la música de mi ipod, con un pitillo en la boca y ojeando el periódico, me topé, al entrar en mi calle, con unos ojos que se clavaron en los míos. Fue un segundo muy largo, lo suficiente para reparar en que su dueño era un mendigo que vestía mal y olía peor, de rostro triste y piel maltratada por la intemperie. Me sentí sucio y miserable por apartar de él la mirada y pasar de largo, por estar pensando en la cervecita que me iba a tomar en casa, por fingir que no había visto a un hombre que, como todos, había nacido para el amor, la belleza y lo infinito y que muchos como yo fingíamos no ver.
Yo intento calmar mi conciencia dando limosna, pero hay dentro de mí un Cotta vehemente y acusador que me llama miserable y que quiere llevarme por ahí a limpiar pies de pobres para ponerles zapatos limpios y caros.
13 comentarios:
Don EPIFANIO:
Uno de los mejores consejos del Evangelio dicta que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha...
Aun así, siempre me he preguntado qué se hace con los que no se dejan ayudar, o no quieren ser ayudados, o sólo quieren ser ayudados en el aspecto que ellos quieren...
1 neutonio.
Yo también siento parecido en situaciones parecidas: la misma mala conciencia de ser todos los personajes que pasan por la parábola del buen samaritano, menos el buen samaritano.
Menos mal que por lo menos nos queda la conciencia, no estar del todo narcotizado.
De vez en cuando podríamos dejarnos poseer por el espíritu de Amelie, ¿Recuerdas, Jesús, el cometido que aquella chiquilla se puso a si misma en la peli? Dedicar su vida a hacer feliz a los demás.
Todos podríamos sentirnos un poquito así de vez en cuando.
Eso de mirar a los ojos y ver eso, a otro ser humano ... Creo que a veces los mendigos agradecen más que la limosna que les miremos a los ojos, o que una cosa acompañe a la otra. Mucha invisibilidad hay, me parece.
Creo que nos has puesto el dedo en la llaga a todos ¿Cuántas veces al día desviamos la vista hacia otro lado?
Nos pasamos media vida intentando olvidar esos ojos que nos miran fijamente revolviéndonos las entrañas.
Te entiendo muy bien.
Un beso
Te imagino con un pillo en la boca, pero con un ipod me cuesta, si a eso añadimos que tu ya sin ipod eres despistado, pues me cuesta que mirases a los ojos de un mendigo.
Pero si un dias te fijas en los ojos de un mendigo, verás que le hacen faltan muchas cosas, sobre todo las que a nosotros nos sobran, si te fijas más aún, verás que su boca pone mil excusas y necesidades, pero siempre es una, una necesidad acuciante, "alcohol, dorgas, comida, dineros, etc..." y no por ese orden-
Pero jamás des una moneda, una cosa que vas a tirar, a una persona por acallar tu conciencia, hazlo solo por amor, así no te equivocarás.
!Ojo¡ que no es dar las cosas con el corazón, sino solo por amor.
Por 20 centimos se ofreció una "clienta mendiga " a mi hermano, "pa echá un ratillo"
Tenia un escrito para colgarlo en mi blog sobre un mendigo y me lo has pisado ¿? Ojú, tenemos empatía
De ese llamamiento, vehemente y acusador, como usted bien escribe, surgieron los grandes santos. Francisco de Asís, San Juan de Dios...
Vale.
Sé que es una estúpida idea romántica, pero muchas veces envidio la "libertad" de los mendigos, y seguro segurisimo que me equivoco. Yo a los que más doy son a los que siempre están en el mismo sitio en las mismas horas, pues lo hacen como un trabajo, cumplen su horario puntualmente, así como con su función social, sea cual sea esta. Y los mejores los que sonrien, ¿buenos actores?, bueno, pues aunque sea solo por eso lo merecen, eso elijo yo.
Y sobre todo..., en realidad todos mendigamos algo alguna vez... ¿no?.
Saludos.
Perdón por la tardanza en responderos, amigos.
Don Dyhego, ese es un buen consejo que yo no he seguido porque he dicho, con mi poco de vanidad, que doy limosna. En cuanto a los que quieren ser ayudados en sólo un aspecto, supongo que unos pasarán de ellos y otros, que quizá sean mejores, les ayuden como ellos quieren. Un neutonio.
JuanMa, qué bien lo has descrito. Ese mismo reproche me lo hago yo. Un abrazo.
Blanca, esta Amelie es encantadora. Si todos te hiciéramos caso e hiciéramos ccmo ella aunque sea una vez al año, dormiríamos más tranquios y nos despertaríamos más contentos. Un beso.
Máster, recuerdo que una vez un mendigo nos agradeció eso, que lo tratáramos como a una persona. Hago propósito de enmienda y procuraré hacerlo. Un beso.
Mery, deberíamos fundar el club de Víctimas de Remordimientos Anónimas. Bueno, el blog también sirve para eso. Me alegro de estar hermanado contigo también en eso. Un beso.
Piyayo, el ipod me lo echaron los Reyes Magos y, la verdad, si ya era despistado, con el ipod lo soy aún más. No soy tan bueno como para dar por amor. A veces lo hago por acallar mi conciencia. Eso es mejor que nada. En cuanto a la empatía, los Cotta somos muy parecidos. Un abrazo, hermano.
Gómez de Lesaca, ¡no me digas eso, porque entonfces tendré aún más miedo de hacer caso de ese llamamiento, no sea que me pida que me vaya a las Tres Mil Viviendas a enseñar poesía y filosofía a los gitanillos! (más bien ellos me las tendrían que enseñar a mí). Vale.
Granito, eso que dices demuestra que consideras a los mendigos como personas. Para ti no son invisibles. Haces muy bien y voy a imitarte. Un abrazo.
Lo que dice Blanca me recuerda la parábola de los talentos: hacer feliz a los demás, en la medida de los posible, aunque sea un poquito, eso es no enterrar los talentos con que hemos sido dotados. Y de paso nos hace felices a nosotros.
JuanMa, gran parte de nuestros problemas nacen, creo, de mirarnos mucho el ombligo. Un abrazo.
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