De los siete pecados capitales la envidia y la avaricia son sin duda los más feos y los más tontos. Nos puede caer simpático un perezoso, un soberbio, un goloso e incluso un iracundo, pero difícilmente un envidioso y un avaricioso.
Pocas veces he pecado yo de avaricia, que yo sepa. Pero reconozco que siento muchas veces surgir la envidia en mi corazón. Y noto que me lo ensucia. Y he descubierto que la mejor manera de combatirla es, sencillamente, alegrarme del bien ajeno. Así que, cuando envidio la belleza, la salud, el éxito, la excelencia, la suerte de otro, me digo: "Me alegro mucho por esa persona, sí señor. El mundo sería más triste si ella fuera desgraciada". Y, entonces, qué paz se siente.
Lo recomiendo. Se pasa uno el día celebrando cosas, porque como hay muchas cosas que envidiar, hay muchas cosas por las que alegrarse.
Y, a propósito, ayer estuve en el instituto Aguilar y Cano del estupendo pueblo de Estepa (el de los mantecados) y me quedé maravillado con lo limpio que estaba el centro y lo educados y amables que eran los alumnos. Soportaron mi rollo durante una hora, sonrientes y atentos y jóvenes y guapos y con todo el futuro por delante: les deseo a ellos lo mejor.
¡Hay esperanza, mientras haya chicos e institutos así!
15 comentarios:
Don EPIFANIO:
No sé qué comentar porque como yo cometo los siete pecados capitales (y más que pusieran...)
25 neutonios (eso sí, con envidia sana por varios motivos)
"...sonrientes y atentos y jóvenes y guapos y con todo el futuro por delante: les deseo a ellos lo mejor."
Por tu celebración deduzco tu...envidia?
yo no tengo envidia pues cuando quiero algo, inmediatamente lo adquiero, aunque no me haga falta y si puede ser, media docena.
Es broma, claro.
Un saludo desde Zaragoza.
Dyhego, pues yo creo que, según se deduce de esta afirmación, no comete usted el pecado de la soberbia, porque, si lo cometiera, habría dicho: yo no cometo todos esos pecados capitales. Yo he sido más soberbio que usted porque he dicho que la avaricia no me tienta. 25 neutonios muy santos.
Marocha, a esos chicos no los envidié, sino que los admiré. Más bien uno envidia a sus iguales. Y en cuanto a tu magnífica solución para la envidia, aunque sea en broma, ¡pásanos algún día la receta!
La alegría del bien ajeno como limpieza del corazón,sí, pero a mí los soberbios no me caen muy simpáticos(y cuando soy yo la soberbia me da mucha rabia o, a lo mejor es ira...)
Un sobrino de Siete Soles es alumno de ese instituto, fíjate qué cosas.
Un abrazo envidioso como el de DYHEGO.
Don EPIFANIO:
La última vez que me confesé (con un cura, se entiende) tenía yo 18 años... y mire usted por dónde que me "obliga" vd a confesarme de nuevo.
Soy lujurioso (¿hay alguien que no lo sea?)
Soy guloso (me ponen delante unas olivas aliñás y se me va la cabeza)
Soy avaricioso (siempre quiero más: más dinero, más tiempo libre, más placer...)
Soy perezoso (pongo el despertador a las 6h50' y me levanto a las 7h10' para vaguear más en la cama)
Soy iracundo (cuando me enfado con mis hijos -a todas horas- me convierto en un energúmeno, en sentido literal)
Soy envidioso (ahora mismo lo envidio a vd por varios motivos)
y soy soberbio (me permito ver la paja en los ojos ajenos...)
¡A ver si me gana usted en pecaminosidades!
25 neutonios sin actos de contrición ni arrepentimiento
Blimunda, es verdad que la soberbia no es muy simpática, pero a veces es tan ridícula, que hace reír. Y me encantaría saber que entre los chicos que me atendían estaba el sobrino de nuestro Siete Soles.
Dyhego, sí, comete usted todos esos pecados, menos el de soberbia, porque, si fuera usted soberbio, habría dicho: "Yo soy muy humilde". Eso sí, no me parece bien que usted no se arrepienta. ¿De veras que usted no se arrepiente cuando se deja arrastrar por la ira un poquito más de la cuenta? En cuanto a la lujuria y la gula, entiendo que no se nos arrepienta usted. 25 neutonios cargados de arrepentimiento.
Don EPIFANIO:
Debo reconocer que sí, que me arrepiento. Incluso a veces me arrepiento más de lo que debiera.
25 neutonios sin arrepentimientos
Yo creía que la envidia era antipatiquísima hasta que caí en la cuenta de que también me rondaba a mí.
Te imaginas un sitio donde no existiesen los pecados capitales, sería horrible, pues yo te juro que muchas veces tengo envidia y no de la sana precisamente, un saludo
Dyhego, es muy difícil distinguir cuánto debe uno arrepentirse. Si tiene usted un gran corazón, es normal que a veces se arrepienta. 25 neutonios muy humildes.
Lolo, así me gusta: que te caigas simpática, te ronde quien te ronde.
Menalcas, sin pecados capitales estaríamos en el paraíso. Haríamos todo lo que nos gusta, pero sin hacer sufrir a nadie. Un abrazo.
¿A ti quién no te va a escuchar atento, Cotta?
¡Hola! Soy una alumna del IES Aguilar y Cano, solo decirte que la de ayer fue una de las mejores conferencias que he escuchado y que me encanta tu blog, me pasaré a menudo!!
Hojas, cuando uno se pasa horas hablando ante un público, siempre hay quien se aburre. Pero tú me atiendes siempre con cariño. Un abrazo grande, porque te hemos echado de menos.
Querida alumna del Aguilar y Cano, no fue mérito mío si la conferencia te gustó, sino vuestro, tuyo, porque me transmitisteis una simpatía y un optimismo que a mí me faltaban. Fuisteis una inyección intravenosa de alegría y juventud. Soy yo quien tiene que daros las gracias. Y sé bienvenida. Un beso.
No os veo, por lo leído, pecadores a ninguno, más bien todo lo contrario. Creo que los pecados capitales (verdadera, y ancestral, disección anatómica de la naturaleza del hombre, o parte de ella), si profundizamos en ellos, en su esencia, en su origen, descubriríamos un pozo de maldad y horror.
Interesante y sugerente tema, que merecerá una reflexión desde el margen
Un saludo a Jesús Cotta y a sus encantadores amigos-as
JMFR, sí, pero junto a ese pozo de maldad hay también un deseo de luz, de bien, de pureza, sean estos los que sean. Un abrazo.
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