De niños, mi
hermano Alfonso y yo decíamos que esta era la canción más bonita del mundo, aunque
por entonces nos imaginábamos a la cantante rubia como los guiris que veíamos
en la playa. En todos los concursos caseros de canciones, esta siguió ganando
durante algunos años hasta que la pubertad nos cambió la voz y nos puso bozo.
Cada vez que la
oigo regreso a esos días felices, cuando la máxima vital no era hacer lo que
menos nos disgustaba, sino averiguar qué nos gustaba más de todas las cosas que
tanto nos gustaban.
9 comentarios:
"...averiguar qué nos gustaba más de todas las cosas que tanto nos gustaban..." Hoy me has hecho llorar.
Un beso, Cotta.
Este Cotta que regresa a la infancia me enternece.Un abrazo.
Lolo, un beso.
Alea, un abrazo.
Esta se la guardo a Felipe para su lista de canciones para los niños.
Sí que es bonita, sí.
Bueno... y todavía nos quedan muchas cosas de las que tanto nos gustan ¿No,Cotta?
Besos, besos.
Blimunda, he adoptado esa bonita costumbre de ponerles una canción cada noche. Y sí, por fortuna nos quedan muchas de esas cosas. Con la poesía las rescatamos cuando nos agobian las otras, las que nos gustan menos. Un beso para ti, tu rey y tus príncipes.
A veces cuando añoro tanto esos días, me voy a dar un paseo hasta el rio para tirarme en el cesped a relajarme escuchando el sonido del agua sin mirar el reloj y marchandome cuando creo que he rejuvenecido algunos años mentales.Un abrazo Jesus me ha gustado tu entrada :D
MSC, estoy seguro de que esa táctica funciona. Si lo hiciéramos más a menudo, no frunciríamos tanto el entrecejo. Un abrazo.
Hay canciones que marcan, sin duda.
Dyhego, 25 neutonios marcados.
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