Antes de Navidad discutí a gritos por una tontería con un compañero de trabajo. Creo que los dos estábamos sorprendidos de vernos discutir tan de repente. Nos habían comunicado una nueva norma con la que yo discrepaba y que él celebraba. La culpa fue del tono agresivo con que cada cual expuso su opinión y en el que pusimos algo más que nuestra opinión: él, su afán de orden; yo, mi frustración ante tanto orden.
Estuvimos unos días esquivándonos los ojos, pero poco a poco, sin referirnos nunca a aquel día, comenzamos a saludarnos, a cedernos el paso, a hacernos algún comentario amable. Se nos notaba que no nos gustaba estar a malas con nadie.
He descubierto que pelearte con alguien es muy fácil, pero que mantener la pelea día tras día es dificilísimo.
6 comentarios:
Don Epifanio:
Sobre todo si hay que coincidir con la otra persona todos los días.
Es mucha presión.
25 neutonios.
Cuanto más tardes en hablar con él de ello, peor. Pero no del motivo de la discusión, si no del hecho en sí de la discusión y de cómo se os fue de las manos...
Un abrazo.
No parece usted ser una persona rencorosa, y eso está muy bien. Por otra parte, creo que es bueno que sea difícil prolongar una pelea a través del tiempo. Solo quien quiere seguir sembrando discordia, se rebaja a la estupidez de mantener un caldo de cultivo que solo lleva a la tensión, la crispación y el agotamiento físico y mental. Y ese tipo de personas suele ser de las que no tienen vida propia y, desde su estado de amargura y resentimiento, se dedican a fastidiar a los demás. Por tanto, me alegro de que los malos rollos con tu compañero hayan terminado. Un abrazo. Rafa
Dyhego, esa es una de las razones prácticas. Luego está la razón moral de saber que no está bien no hablarse con alguien por una cuestión de orgullo. 25 neutonios.
Paco, en realidad no he hablado con él del motivo de la discusión, sino de banalidades, pero con cierto tono amable. NO sé si compensa volver a hablar de aquel asunto. Lo consideraré. Quizá saque el tema, como quien no quiere la cosa. Un abrazo.
Rafa, sí, las personas sin vida propia solo pueden llenar su vacío vampirizando la de los demás. ¡Dios nos libre de ser una de ellas! Un abrazo grande.
No sólo es difícil: es incómodo,y generalmente absurdo. Una razón más para evitar las peleas, si se puede. Lo ideal, pienso, sería no apasionarse al exponer lo que pensamos.
Anónimo, llevo varios años intentándolo y algo he aprendido, pero recaigo. Gracias por el consejo.
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