En las películas hay buenos y malos y en las guerras reales la cosa se complica. A Buenaventura Durruti, el famoso anarquista, lo mató, según algunas versiones, una bala comunista. Y a su hermano Marciano Pedro, falangista, lo fusilaron los propios falangistas. El presidente republicano Negrín tenía un hermano monje, a quien ayudó a escapar de la persecución religiosa perpetrada por el bando que él presidía. Los hermanos Machado quedaron convertidos en supuestos enemigos porque cayeron en bandos enfrentados, pero los diferentes no eran ellos, sino los bandos. De las hermanas Constancia y Marichu de la Mora, nietas del político alfonsino Antonio Maura, la primera se hizo comunista y la segunda falangista. El pintor José María Sert había colaborado con la República hasta que en el 36 los incendiarios quemaron la catedral de Vic, que él había decorado con murales, y mataron al canónigo de la catedral, amigo suyo. Del bando nacional huyó el muy católico Falla y del bando republicano el muy liberal Juan Ramón.
Una guerra así no se puede despachar con la simpleza de dos bandos, uno bueno y otro malo, un maniqueísmo que es el objetivo de la mirada ideológica que nos aqueja.
En las discusiones acerca de la Guerra Civil es habitual que un contertulio sentencie: “En ambos bandos se cometieron atrocidades”, para luego añadir un “pero tal bando fue peor porque...”. La primera afirmación, por muy tópica que suene, es una concesión a la verdad; pero si es el preámbulo de la segunda afirmación, su función no es hacer honor a la verdad, sino una concesión a la ideología; ahí habla ya el ideólogo, que no busca la verdad, sino tener la razón. Es el mal de la ideologitis, que consiste en sustituir la moral por la política, en juzgar la bondad o maldad de los demás con criterios ideológicos y no éticos, en creer que los que defienden ciertas posturas políticas tienen que ser malas personas. Es el mal de quien nos retira la palabra o la simpatía cuando se entera de que hemos votado al partido equivocado.
Cuidado con el ideólogo, sobre todo si tiene el poder.
15 comentarios:
Don Epifanio:
¡Tenemos tantas enfermedades acabadas en -itis: ideologitis, prejuicitis, etiquetitis...!
25 neutonios.
Don Dyhego, esas son otras enfermedades que nos aquejan. Me temo que son inevitables. 25 neutonios sin etiquetas.
Yo no creo que necesariamente el creer peor, más salvaje o más equivocado a uno de dos bandos enfrentados tenga que ser, necesariamente, cosa de prejuicio ideológico. Es sabido, y está más que comprobado, que no sólo en el bando del Eje, sino en el de los aliados, se cometieron verdaderas atrocidades. Pero creer que, con todo, este segundo era mejor, y que fue una suerte para todos que ganara la guerra, no me parece que sólo pueda darse por "ideologitis".
Digo lo mismo con respecto a nuestra guerra civil. Y pondré un par de ejemplos. 1) Andrés Trapiello, que ha puesto en su sitio algunas cosas relativas a ella, y no precisamente desde prejuicios digamos izquierdistas, no ha dejado de repetir sin embargo que (cito de una entrevista) "el levantamiento del 18 de julio lo fue contra un Gobierno legalmente constituido. Es decir, fue un golpe de Estado", que "los principios de la Ilustración estaban representados en la República y que el golpe de Franco lo es contra la Ilustración". O, citando de otro periódico, que "Admite que la represión fue mucho más terrible en el bando nacional, y no sólo por su volumen, o porque continuó durante la posguerra sin dar oportunidad a la reconciliación, sino porque se convirtió en arma de guerra y política de Estado".
Respecto a lo que dices de JRJ, me limitaré a citar sus propias palabras: "--Yo no he sido nunca político activo, no lo soy; pero mis simpatías han estado siempre con las personas que representan mejor, por su calidad intelectual y moral, la República democrática española […]
Siempre estaré conmigo y con la democracia, con los demócratas dignos, con el pueblo español y con mi trabajo material y espiritual.
Estando en Madrid escuché una noche por radio la más conmovedora arenga que pueda oírse: un llamamiento de la Pasionaria dirigido a las milicias republicanas, para que respetaran la vida de los prisioneros y respondieran con calor de humanidad a las atrocidades rebeldes. (¡Cómo contrasta eso con la actitud de Queipo de Llano predicándole a sus moros y regulares del Tercio la guerra sin cuartel contra los llamados "rojos", y excitándolos a no respetar ni las mujeres ni los niños!)".
O lo que dice en "Tiempo", escrito en 1941, respecto a (por ejemplo) "estos hombres de alma pequeña y oscura que hoy pisan fuerte y hueco a España".
En resumen, se pueden tener las ideas que se quieran; pero yo (lo subrayo) no expongo aquí ideas, sino palabras textuales de un protagonista, y de un investigador a quien no se suele considerar viciado por prejuicios ideológicos, sino precisamente luchador contra ellos. No todo es igual; y decirlo así no tiene por qué ser cuestión de "ideologitis".
T
Al hilo de la muerte de Suárez convendría recordar que la transisión española es una de las mayores aportaciones de España a la historia universal, que permitió que tipejos manchados de sangre como Arias Navarro y Carrillo, murieran en sus camas sin que nadie les molestase. Hubo tal cúmulo de barbaridades por ambos bandos que no cabe escudarse en el "tu hiciste más". Ante una situación tan desoladora y vergonzosa no cabe otra cosa que bajar un telón y olvidar, olvidar, olvidar y perdonar lo imperdonable.
Esto casi lo habíamos conseguido......hasta que llegó Zapatero. ¡Cuanto daño a hecho ese hombre! Habrá que incluirlo en el olvido.
Anónimo, estoy en desacuerdo casi en todo contigo. Para empezar, el breve texto de mi entrada no se refiere a la Guerra Mundial, sino a la Guerra Civil española. Los bandos de la primera no son los mismos que los de la segunda. Además, una guerra mundial es muy distinta de una guerra civil. En la segunda, que es la que conozco mejor, los bandos dividen no solo a compatriotas, sino a hermanos, vecinos y amigos por cuestiones que no son asunto baladí, sino cercanas e importantes en la vida de cada cual: mi trabajo, mi casa, mi finca, mi religión... y en esas cuestiones tan legítimo es reivindicar, como la derecha, el respeto a la propiedad privada como reivindicar, como la izquierda marxista y la Falange, el reparto de tierras. Por tanto, lo que hace mala a una persona no es la postura que defiende, sino la maldad que está dispuesta a cometer para defender su postura. Y eso lo hubo tanto en un bando como en otro.
En segundo lugar, podemos optar por hacer una competición de quién mató más, pero me remito a los estudios de Nicolás Salas, los más serios y exhaustivos sobre las víctimas de la guerra y según recuerdo el número está bastante igualado. Es cierto que el bando vencedor continuó con la represión en posguerra, pero eso, por un lado, escapa a mi entrada, que solo trata de la guerra civil y, por otro, no pretendo disculpar a Franco por la represión. Siempre he dicho que los vencedores tienen que aprovechar la victoria para perpetuar la libertad de todos, no la de algunos.
En tercer lugar, he leído ese libro del Trapiello del que usted saca la cita y no estoy de acuerdo en absoluto con él. Esos valores no son los que defendía el bando republicano; son más bien los que decía defender, porque el bando republicano tenía de democrático el nombre, pero estaba gobernado por los marxistas, que de democrático tienen lo que usted y yo de marcianos. En realidad, hay que distinguir lo que los bandos decían defender (los azules decían defender la patria, la familia, la fe, la propiedad privada, y los rojos la libertad, el progreso, los valores de la Ilustración) y lo que realmente defendían (el aplastamiento moral y civil total del contrario, el negarse totalmente a cualquier acuerdo, el negar la legitimidad a cualquiera de sus legítimias reivindicaciones). Dicho esto, decir que los rojos defendían los valores de la Ilustración mientras que los azules defendían los privilegios seculares de la vieja España es una tergiversación consistente en hacer que los míos defiendan lo que decían defender y que los otros defiendan lo que realmente defendían.
Por último, respecto a Juan Ramón, él cita unas palabras nobles de La Pasionaria, que dijo muchas cosas, unas buenas y otras malas, igual que tantos en el otro bando. Y por eso no les concedo mucho valor. Un saludo.
Vicente, no podría yo haber expresado mejor lo que es la expresión y su gran alcance. SOlo haré una precisión: no hay que olvidar, sino que hay que conocer, pero no para llenarse de rencor, sino precisamente de indulgencia. Recibe mi abrazo grande.
Muchas precisiones habría que hacer a la detallada respuesta de Jesús Cotta, que desde luego agradezco; pero sería el cuento de nunca acabar. Me contentaré con algunas:
1) En la primera frase de la entrada se dice textualmente que "en las guerras reales la cosa se complica". LAS guerras; la generalización está ahí, no la invento yo.
2) No discutiré sobre qué datos son o no más fiables, acerca del número de víctimas en un lado y en otro; me limitaré a decir que existen otros distintos a los que JC alega, y que gozan de amplia credibilidad. Y señalan que el número de víctimas está claramente desequilibrado: las producidas por el bando "nacional" fueron, ya durante la guerra, bastantes más. Lo que, por otro lado, resulta coherente con las declaraciones de algunos de sus principales dirigentes. Me limitaré a citar dos (ya JRJ, según cité antes, recordaba otras, de Queipo de Llano). El general Mola, al día siguiente del alzamiento, declaraba que el propósito de los suyos era, cito, "Sembrar el terror... eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros". Y Franco, en una célebre entrevista con Jay Allen poco después de aquella fecha, decía lo siguiente (vuelvo a citar): "Allen: «¿Durante cuánto tiempo se prolongará la situación ahora que el golpe ha fracasado?» Franco: «No puede haber ningún acuerdo, ninguna tregua. Salvaré a España del marxismo a cualquier precio». Allen: «¿Significa eso que tendrá que fusilar a media España?» Franco: «He dicho a cualquier precio»". Si existen declaraciones públicas de responsables de igual nivel en el bando republicano comparables a éstas, yo no las conozco.
Y 3) No he citado las palabras de la Pasionaria por ella misma, sino porque forman parte de las declaraciones que copiaba de JRJ. Tú afirmas, copio, que "el muy liberal JRJ... huyó... del bando republicano". Las declaraciones que copiaba, y muchas otras que puedo alegar, muestran que eso no es cierto: no sólo no "huyó", etcétera, sino que defendió públicamente, en USA primero, en Cuba más tarde, y en resumen allí por donde estuvo, la actitud del gobierno de la república y su fidelidad personal a lo que representaba.
Que JC prefiera calificar como "ideólogo" a todo el que disienta de su actitud de neutralidad ante uno y otro bando, es cosa suya. Yo no creo que ni Andrés Trapiello ni JRJ (ni Antonio Machado, a quien también citas, y que tiene palabras clarísimas contra el bando "nacional") fueran "ideólogos", como tampoco creo que uno y otro bando fueran iguales. Eso nada tiene que ver con la condena de unas u otras IDEAS: para mí es tan legítimo tener ideas de izquierda como de derecha. Lo que condeno son hechos y actitudes que me parecen inaceptables, pero que me lo parecerían en cualquier bando.
Anónimo, me sobrepasa la tarea de contestar a todos tus argumentos. Pero a la vez me parece mal no contestarte dado el interés que has puesto en contestarme tú a mí.
1) Pues sí, eso es lo que dije. Pero no saques la frase de contexto. Todas esas frases se refieren a la Guerra Civil española. Por otra parte, en mis entradas soy bastante descuidado. Escribo a vuelapluma y, claro, siempre me pueden pillar en un renuncio. Imprecisiones como esa encontrarás mil.
2) Sobre los datos de los muertos de la guerra, hay varios estudios, sí señor, pero los de Salas son, que yo sepa, los más fiables. Y este señor, si mal no recuerdo, dice que las víctimas que cayeron a manos de los azules son más si sumamos las de la represión de posguerra, pero no durante la guerra, en la cual hay que tener en cuenta además que, mientras que el bando nacional aumentaba de tamaño, el republicano menguaba, de lo que se deduce que, si durante la guerra el número de víctimas fue tan similar, fue porque el bando rojo, pese a ir menguando, mataba con tantas ganas como el azul y no solo a azules, sino a rojos de su propio bando.
Líbreme Dios de defender a Franco. Pero que él hiciese canalladas no hace mejores a sus adversarios. Créame si le digo que en la guerra civil ambos bandos hacían declaraciones horrendas y crueles. Hay libros y estudios al respecto que me da mucha pereza buscar.
En cuanto a JRJ, el dato, si mal no recuerdo, lo saqué de Las armas y las letras. Pero puede que me falle la memoria.
Ahora bien, usted ha puesto en mi cabeza pensamientos que no son míos. Yo no he dicho que el que no sea neutral ante los bandos es un ideólogo. Cada cual puede simpatizar con la ideología política que quiera. Faltaría más. Mengano no es ideólogo por simpatizar con los rojos o con los azules, sino por creer que las únicas reivindicaciones legítimas son las de su bando. Y por eso discrepaba yo de Trapiello, porque tan legítimo es luchar por defender la propiedad privada como el igualitarismo económico. Un saludo.
En eso estamos de acuerdo: tan legítimo es defender posturas, digamos, conservadoras,como hacerlo con las contrarias. Y en ninguno de los dos casos es legítimo, en cambio, recurrir a la violencia para hacerlo. Eso me parece lo esencial, y la base imprescindible para entenderse.
Dicho esto, retiro cualquier afirmación sobre tus posturas que tú no reconozcas como propia. Decías en la entrada: "“En ambos bandos se cometieron atrocidades”, para luego añadir un “pero tal bando fue peor porque...”. La primera afirmación, por muy tópica que suene, es una concesión a la verdad; pero si es el preámbulo de la segunda afirmación, su función no es hacer honor a la verdad, sino una concesión a la ideología; ahí habla ya el ideólogo, que no busca la verdad, sino tener la razón. Es el mal de la ideologitis, que consiste en sustituir la moral por la política, en juzgar la bondad o maldad de los demás con criterios ideológicos y no éticos". Es sobre esta base por lo que yo dije que, en mi opinión, todo el que crea más condenables ciertas actitudes de un bando que las del otro era calificado por ti como "ideólogo".
Yo creo que en ambos bandos se cometieron atrocidades; pero no que ambos sean equiparables en eso. Y esa creencia mía no me parece meramente ideológica, sino basada en datos y razones. Naturalmente, puedo equivocarme.
Y lo que desde luego rechazo sin duda alguna es la idea de que quienes defiendan ciertas posturas políticas tengan que ser malas personas. Hubo entonces, y hay ahora, excelentísimas personas en uno y otro lado del espectro político. Y esto no es, por mi parte, una mera opinión, sino una certeza absoluta. Por eso dije, y repito, que tengo amigos de una y otra orientación política, y que eso me parece enteramente deseable.
Anónimo, de mi cita se desprende que la ideologitis (o al menos esa era mi intención) consiste no en no preferir como un mal menor un bando a otro, sino en considerar que un bando fue objetivamente mejor o peor. Primero, en mi opinión, creemos que un bando es mejor que el otro y entonces, con esas anteojeras ideológicas, comenzamos a buscar datos que corroboren nuestra opinión. La prueba de esto es que hay tanta gente convencida de que el bando rojo cometió más tropelías como de lo contrario. Un saludo.
No sé si es "tanta" la gente convencida de una cosa como de otra; si existen estadísticas al respecto, las desconozco. Con todo, repito lo que ya dije, y por donde empezamos: no creo que pensar que las atrocidades fueron mayores de un lado que de otro (como lo creyeron siempre JRJ, Machado o Cernuda, o lo creemos Trapiello o yo mismo) sea cuestión de "ideologitis". Se puede perfectamente creer eso, sin que semejante convicción se deba a un prejuicio, sino a una serie de razones apoyadas en datos. En sus libros, artículos y entrevistas, AT da las suyas; yo he procurado aquí explicar algo de las mías. Si tú piensas que esa convicción, tanto en el caso de los nombres del pasado que citaba como en el (o los) ejemplos actuales, sólo puede deberse a un prejuicio, pienso que te equivocas. Puede ser, naturalmente, una convicción errónea; pero, repito, se apoya en datos y en razones, no (creo) en prejuicios.
Anónimo, considero que para poder afirmar que objetivamente un bando cometió más tropelías que el otro y que fue más cruel haría falta un estudio estadístico serio y desprejuiciado con el que todos los historiadores estuvieran de acuerdo. Las estadísticas de Salas que te he citado no son aceptadas por muchos historiadores izquierdistas. Incluso no se ponen de acuerdo en quiénes deben ser contabilidazos como víctimas de un bando o del otro. Si lo numérico está sujeto a discusión, ¡no digamos las valoraciones a partir de lo numérico!
Por otra parte, ten en cuenta que es, cuando uno pretende juzgar cuál de dos bandos muy malos fue más malo todavía, es muy difícil que nuestra ideología política no nos influya. Y le voy a poner dos ejemplos. He leído en historiadores de derechas que los crímenes rojos eran mucho peores porque nacían de lo gente más resentida y descontrolada, mientras que en la zona azul los militares imponían un mínimo de orden, y de esto los historiadores deducen que esos crímenes cometidos con orden son más disculpables que los crímenes del populacho desatado. Y a su vez he leído en historiadores de izquierdas que los crímenes de los azules eran más crueles porque eran fríos y ordenados, mientras que los crímenes rojos eran disculpables porque eran de un pueblo legítimamente cabreado con los rebeldes fascistas. Total, que lo que para unos es un atenuante es para otros un agravante.
Por todo eso es por lo que afirmo que es tan difícil evaluar sin ideologitis algo tan difícil de evaluar como la mayor maldad de un bando frente a otro. El prejuicio ideológico que aqueja al que tiene la pretensión de haber encontrado al más malo es, en mi opinión, el de creer que los míos no pudieron ser los más malos y, a partir de ahí, de todos los datos y estadísticas que hay, me quedo, inconscientemente, con los que avalan mi tesis.
Esto no es aplicable a la invasión de Polonia, sino a una guerra civil, intestina, ideológica, encarnizada y fratricida como fue la nuestra, donde las aspiraciones de unos y otros eran legítimas, pero la ideología las hacía incompatibles.
Dejémoslo ahí, porque veo que no vamos a ponernos de acuerdo. Mi opinión al respecto ya ha quedado clara, y también las razones en que la sustento. En todo caso, repito para terminar (eso fue lo que me llevó a contestar la primera vez) que me parece claro, y podría dar más ejemplos aún, que no es cierto que, como afirmas en la entrada, JRJ "huyese" del bando republicano. Es más, desmintió expresamente algunas falacias que circularon al respecto, puramente propagandísticas, como lo era igualmente este recorte de prensa que le remitió su sobrino:
"El poeta Juan Ramón Jiménez, que poco después de comenzar la guerra se puso a salvo marchándose a América con toda su familia, ha hecho ahora unas declaraciones a la prensa; justifica su fuga con motivos sentimentales, predicando que por todas partes por donde pasó en la España roja fue aclamado por los milicianos puño en alto. Afirmó que nunca había tenido ideas políticas, pero que sus simpatías son para aquellas personas que se significan por su calidad intelectual y moral afectos a la República. Suponemos que al referirse a la calidad moral lo hará pensando en González Peña, Prieto, Cordero, Compayns y demás comparsas, ya que todos ellos son acabados modelos de "personas decentes"... Lo que quisiéramos que nos dijera es cuánto le han pagado por sus declaraciones...".
Ya se sabe que la primera víctima de la guerra es la verdad.
Anónimo, pues en todo esto último sí que estoy de acuerdo. Y si me he equivocado en lo de JRJ, rectifico. En lo demás, me mantengo en lo dicho. Un placer discutir contigo.
Gracias; lo mismo digo.
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