Amigos, hago tres grandes rectificaciones:
1. En una tertulia espirituosa con amigos afirmé, quizá con ganas de hacerme el interesante, que la sensación de colmo y dicha de la creación literaria superaba al colmo y la dicha del acoplamiento amoroso. Pues bien, ¡me equivoqué! ¡Metí la pata hasta el corvejón! ¡No me figuraba yo hasta qué punto el alcohol me aleja de la realidad!
Señores, que conste en acta: la fusión erótica no se puede comparar con nada, pero, si hay que compararla con la plenitud del momento de creación literaria fecunda, sale ganando por goleada la fusión erótica. ¿En qué estaría yo pensando cuando escribí aquello!
2. En una tertulia espiritual, un amigo mío poeta me recomendó (y yo lo recomiendo) El peregrino ruso, una de las obras más originales y misteriosas que conozco. Y me dijo que hacer oración con Dios no era una actividad, sino un abandonarse en su presencia. Estupefacto, le pregunté cómo se hacía eso. Y él me preguntó a su vez: "A ver, ¿tú cuánto tiempo tardas en dejar tu mente sin pensamientos?" Y yo dije, pobre de mí, que un par de minutos. "Ah, entonces tú lo tienes muy fácil. Quitas de tu mente todos los pensamientos y entonces allí entra Dios".
Pues bien, lo he intentado y, ¡amigos!, soy incapaz de dejar mis neuronitas desocupadas. Están todas cargadas de libros, preocupaciones, ramificaciones arbóreas, planetas, estalactitas... ¡y allí no hay quien entre!
3. Y mi tercera rectificación es que dije en mi última entrada que sería mi última entrada de verano, pero he aquí que nunca diré nunca jamás beberé de esta agua.
Bueno, y dentro de tres días me voy a los vastos jardines sin aurora, allí, donde habite el olvido y no hay Internet.
Me acordaré de vosotros cada noche, cuando contemple las estrellas.
Ex corde,
amicus vester Iesus Cotta
5 comentarios:
Mi desacuerdo con el punto 1). Lo que en realidad pienso al respecto es que no son cosas comparables, y que afirmar (entonces) que era superior el placer de la escritura, o afirmar (ahora) que es todo lo contrario, lo que en realidad dice es que el placer propio de la escritura cuando se escribe es muy superior al placer propio de la escritura en el otro caso, o viceversa, que el placer propio de la "fusión erótica" es muy superior en lo suyo al mismo placer en la escritura. Son cosas muy distintas, a mi parecer, no comparables ni (menos) mutuamente sustituibles. No creo, por ejemplo, que aunque aquí se dice eso se esté dispuesto a sustituir los momentos de escritura lograda por otros tantos polvos, o séase, renunciar a los primeros en favor de los segundos.
Anónimo, pues tiene usted razón. Yo mismo decía en la entrada que no son comparables, pero que, puestos a comparar, salía ganando lo erótico. Pero, claro está, como usted bien dice, no cambio yo la creación de un buen poema por un buen polvo ni un buen polvo por un buen poema. Cada cosa en su sitio, sí señor. Reciba mi abrazo.
Don Epifanio:
1) Estoy convencido de que no hay goce superar al sexual.
2) No se puede poner la mente en blanco. Siempre se piensa en algo, aunque sea en el mismo acto de pensar.
3) Espero que publique usted algo durante el verano, cuando buenamente pueda, por supuesto.
Feliz verano y 25 neutonios.
Don Dyhego, de acuerdo en todo. Y este verano tengo al menos una entrada programada. Me tomo una cerveza a su salud.
Feliz descanso ... feliz inspiraciòn y goce cada instante nada se repite ni sus poemas ni ese momento sublime de amor .
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