Los mártires no son los que mueren matando inocentes en nombre de Dios, sino los inocentes que son asesinados por creer creer en Dios. Hoy ha tocado en Kenia, pero mañana podemos ser nosotros.
Ellos son nosotros.
Europa no destaca por su valentía. Ni siquiera se atreve la gente a condenar en voz alta en la calle atentados como ese, porque tienen miedo de los yihadistas, que están consiguiendo lo que quieren: aterrorizarnos.
Pero el yihadismo tiene poco futuro. Como dice un amigo mío, nos harán mucho daño con sus bombas, pero tienen los días contados, porque, por un lado, son economófobos, lo que los aboca a la pobreza y, por otro, odian lo que podría arrancarlos de la miseria, de la ignorancia y del fanatismo y lo que ha hecho próspero, intelectualmente inquieto y grande a Occidente: el legado cultural grecorromano y la religión cristiana que nos han dejado en herencia el valor de la dignidad individual, de la que se derivan su libertad, su igualdad ante la ley y la fraternidad. Esos tres valores nacen de una concepción antropológica que nos considera hermanos porque somos hijos de un mismo padre que nos hizo iguales a él y, por tanto, libres y dignos.
Eso es lo que les falta y esa falta es lo que los acabará hundiendo. Esa es la esperanza que me queda.
Por los mártires de Kenia el Requiem de Mozart.
2 comentarios:
Don Epifanio:
Hay "matanzas" más mediáticas que otras, por desgracia.
25 neutonios entristeci2.
Don Dyhego, si fuesen europeas las víctimas, aún estarían los telediarios contándonos detalles.25 neutonios amigos
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