-Yo creo que en el mundo habría que hacer dos países: los que no quieran poner freno a la superpoblación, que se queden superapretaditos en su país. Y los que queramos vivir con poca gente y muchos arbolitos, en otro.
Y yo le dije:
-Si somos muchos en mi país, nos iremos al tuyo.
-Pero no os dejaremos entrar.
-Entonces habrá guerra.
Y creo de verdad que la habría, porque, a partir de ese momento, nuestra conversación dejó de ser conversación y pasó a ser una discusión, a la que se añadió alguien a quien no le gustaba mi defensa de la gente hasta el punto de no impedirles la tremenda facultad de engendrar libremente a otra persona.
-Es que tú das por hecho -me dijo- que todos tenemos que compartir tu visión según la cual el ser humano es más importante que, por ejemplo, mi perro o un ciprés.
La verdad es que sí, esa es exactamente mi visión. Sentí la tentación de responderle algo así como: "Oye, no me insultes diciendo que yo valgo lo mismo que tu perro". Pero, para no personalizar, dije algo así como:
-Existir sabiendo que se existe, como el ser humano, es un grado de existencia superior a existir sin saberlo.
Y entonces otra persona intervino en la conversación y me soltó la siguiente perla:
-¡Qué bien estáis los creyentes viviendo entre verdades absolutas!
Me pilló tan de improviso su velada acusación de fundamentalismo, que no supe qué responder. Para empezar, no estábamos allí hablando de religión. Es habitual entre algunos el creer que cualquier opinión emitida por un creyente es válida solo para los creyentes, mientras que las suyas son objetivas y universalizables.
Por otra parte, creo que el fundamentalismo estaba en esa persona, porque tenía la completa seguridad de estar en lo cierto y, por eso, me acusaba, mientras que yo tengo que sostener mis creencias religiosas mediante un acto de fe, sin seguridad alguna de estar en lo cierto.
Hace tiempo habría sido descabellado igualar en valor a un perro y a un ser humano, pero ya no solo empiezan a oírse afirmaciones tales en gente cultivada, sino que, además, muchos de los que sostienen, insultándome, que valgo lo mismo que un perro son más fanáticos que los que defendemos que ser humano es lo más grande que se puede ser en el universo.
Y aquí, en El imparcial, hablan de Rosas de plomo
Y aquí, en El imparcial, hablan de Rosas de plomo
9 comentarios:
Se me ocurren mil cosas que decirle al del perro y al ciprés, pero, en caliente, le diría que queda demostrado que el que recoge las cacas de otro pierde la noción de realidad y cree que todos somos iguales.
Reyvindiko, tu comentario va a la raíz del problema de esa persona, a la raíz de su actitud ante el ser humano y el perro. La acción de recoger la hez canina, además de ser cívica, debería haberle llevado a la reflexión contraria: dado que el perro no tiene la alta capacidad de darse cuenta de cuán engorroso es un excremento en la calle, yo, que soy superior, lo voy a recoger por amor a mi perro y sobre todo por amor a todos los que son capaces de advertir qué asqueroso es un excremento.
Bastantes desacuerdos. Empecemos por uno que no es sólo de lenguaje: "ser humano es lo más grande que se puede ser en el universo". Aparte de herética para un cristiano (lo más grande, ¿no sería Dios?), la frase es arrogante: la inmensa mayoría, la casi totalidad, del Universo (con mayúscula, por cierto) nos es desconocida.
Pero el intríngulis de la entrada está no, como parece, en lo del perro (que ciertamente es menos importante que el último de los seres humanos; a quienes afirmen la burrada contraria les preguntaría yo si preferirían que en una ocasión de peligro salvase yo la vida de su perro con preferencia a la de su hijo, o a la suya propia), sino en lo de la superpoblación, riesgo en efecto repetidamente señalado; baste recordar que la población mundial, que hasta hace un par de siglos no había llegado a superar los 1.000 millones de individuos, está actualmente en más de 7.000, y subiendo. Las advertencias acerca de los gravísimos problemas que puede traer consigo se han hecho, con datos, desde todas partes, organismos internacionales incluidos.
Y el problema con ciertas creencias religiosas es su convicción de que, porque ELLOS se nieguen a cualquier intento de controlar ese crecimiento disparado (y disparatado), TODOS tenemos la obligación de sufrir las consecuencias.
Como pasa con el divorcio, el matrimonio de los homosexuales o tantas otras cosas. Si alguien, por sus creencias cristianas, está en contra, nadie se las impondrá; pero él sí pretende imponer sus propias convicciones a todo el mundo. Ése es el problema: la intolerancia de quien no acepta que nadie tenga derecho a pensar de un modo distinto al suyo, y actuar en consecuencia.
Igual que a mí no se me ocurriría imponer a un cristiano la obligación de contraer matrimonio a mi manera, sino que defenderé su derecho a hacerlo a la suya, me parece que un cristiano no tiene ningún derecho a imponerme a mí (ni a nadie que no comparta sus creencias) la obligación de comportarse como él quiere hacerlo precisamente en función de esas creencias. No llamaré a eso "fanatismo" (semejante lenguajede megáfono se lo dejo a aquéllos a quienes complace), pero sí, como digo, intolerancia. Y me gusta bien poco, la verdad.
Anónimo, respecto al primer desacuerdo, no creo que sea la frase herética. No es herética porque Dios no es en universo un ser más que se pueda comparar con nosotros, sino el creador del universo. Dios no es lo más grande del universo por la sencilla razón de que es superior y anterior (y, por tanto, más grande, no en sentido espacial, obviamente) al universo.
Respecto a si es arrogante, permítame decirle que es lo más grande del universo conocido, en mi opinión. El desconocido no cuenta. Cuando decimos que el ser humano es el único bípedo implume, no es necesario, para no parecer arrogante, ir añadiendo la coletilla "hablando siempre del universo conocido".
Respecto a la superpoblación, ¿de dónde se saca usted que yo defienda una superpoblación enloquecida que todos deban sufrir por la inconsciencia de unos cuantos? En mi entrada defiendo algo diferente: puesto que las personas valen más que los perros y los cipreses, me parecerá siempre disculpable que las personas que no caben en un país (por las causas que sean) se vayan a otro donde hay muchos perros y cipreses y pocas personas. Esa opinión mía es perfectamente compatible con defender la paternidad responsable.
Por otra parte, los defensores del control mundial de la natalidad son los que suelen incurrir en el defecto fundamentalista e intolerante que usted me achaca: cuando toman confianza acerca de las medidas que se deben tomar para controlar la población, se les ve el poco amor que tienen al ser humano y lo mucho que les gusta esterilizar y controlar e imponerse sobre los que preferimos que la gente sea responsable, sin controles, y tenga los hijos que considere oportunos.
Mi optimismo antropológico me lleva a creer que los individuos concretos no son tan tontos e inconscientes como creen los partidarios de los controles de población, que me dan repelús y me recuerdan eugenesias indeseables.
Por último, hay muchos tipos de cristianos. Los hay que quieren que todos vivan como si lo fueran y los hay que amamos la libertad: usted los mete, sin sutileza alguna, a todos en el mismo saco. es como si yo pensara que todos los agnósticos son partidarios de prohibir que suenen las campanas y eliminar los símbolos religiosos.
Don Epifanio:
Es ésta una de esas conversaciones en las que se mezclan datos dispares y opiniones diversas. Habría que ir por partes, como diría Jack el destripador.
En cuanto a la superpoblación y al control de la natalidad, creo que algo hay que hacer. Entiendo que la paternidad responsable es tener los hijos que uno pueda mantener y cuidar. Los anticonceptivos es un gran avance.
En cuanto al orden de importancia de los seres vivos, si alguien cree que hay que salvar antes a un perro que a una persona, como se suele decir, se lo tiene que hacer mirar.
Finalmente creo que el fanatismo es un rasgo del carácter. Una persona fanática lo será si se dedica a la religión como si se dedica a la lógica.
25 neutonios vivos.
Muy de acuerdo con lo que dice Dyhego. Y pido perdón, que no me duelen prendas, si realmente he interpretado mal lo que decía JCL. Pienso que lo de la "paternidad responsable", entendida no como "los que Dios dé", sino los que uno decida y pueda mantener y educar del mejor modo, es de veras la opción más, justamente, responsable y fundada.
Dyhego, también creo que eso es la paternidad responsable. Pero también creo que la valiosa libertad humana tiene un precio y, por tanto, me repugnan todos los intentos de controlar la población que atenten contra la libertad. 25 neutonios vivos y libres y coleando
Anónimo, reciba mi aprecio.
Gracias; lo mismo digo.
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