Esta es una canción bien hecha y con un claro mensaje. Es una versión del bíblico "Dejarán el hombre y la mujer a su padre y a su madre y serán una sola carne", pero no puedo evitar que el que habla en esta canción me caiga antipático por la manera que tiene de dirigirse a la madre de la chica que lo ama. Su mensaje se reduce en un "¿Que no le gusto? Pues fastídiese, señora, a su hija sí".
Sí, ya sé que es ley de vida, pero ahora estoy en la edad en que empiezo a simpatizar más con la madre que con el melenudo fresco por el que se pirra la niña.
Si la canción hubiera dicho algo de esto:
"Gracias, señora, por haber tenido una hija tan guapa, tan bien educada por las monjas, porque es de esa muchacha, que ustedes han hecho posible, de la que yo me he enamorado y no de otra. ¿Cómo podré agradecerles lo que me está haciendo tan feliz? El amor que le tengo es tan grande, que contagia a todo cuanto la rodea: la tierra en que nació, el aire que respira, su pueblo, y a usted, señora, a quien beso la mano. Yo soy una buena persona y, aunque tenga melena y no sea el yerno con que usted ha soñado, aunque yo no tengo por qué pedirle permiso a usted para amar a su hija, quiero que sepa que seré digno del esfuerzo y del amor que usted ha invertido en ella. Si felicidad es lo que quiere usted para su hija, yo estoy dispuesta a dársela toda hasta el final".
me habría gustado más. Pero no; nada parecido a eso le dice, nada parecido a un agradecimiento. Tan solo se limita a regodearse en el hecho de que, a pesar de que ella ha dado la vida por su hija, él, con sus pintas y melenas, la tiene en la palma de la mano.
Me parece un tipo ingrato. .
Eso sí, la canción es bonita.
2 comentarios:
Lo importante es que se quieran y se respeten, don Epifanio.
25 neutonios.
Clado, don Dyhego, eso es lo mínimo que yo esperaría de un impresentable que me viene con un discursito como el de la canción.
25 neutonios septembrinos que le den a usted fuerzas en estos comienzos.
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