Me figuro que, de estar en un templo y no en un museo, el Cristo de Velázquez tendría muchos más devotos que críticos de arte. Pero el caso es que a menudo las imágenes religiosas que más devoción suscitan entre los fieles ni tienen autor conocido ni son siempre las mejor consideradas desde el punto de vista artístico. La Virgen de Czestochowa, en Cracovia, o la Virgen de los Remedios, de Cártama, mi pueblo, son un buen ejemplo de ello.
Diríase que lo que mueve a la devoción no coincide siempre con lo artístico.
Pero con la Virgen de Guadalupe se rompen todos los esquemas, porque no solo es anónima y mueve más que ninguna a la devoción, sino que además es bellísima. Más que bellísima, es inefable, como si la hubiera pintado un querubín o fuera una instantánea en la pupila del arcángel san Gabriel cuando la Anunciación.
Hoy rindo tributo a la Doncella mestiza de América.
1 comentario:
Don Epifanio:
Hay Vírgenes y Vírgenes, que algunas parecen que han sido esculpidas por el demonio, jajaja.
25 neutonios virginales.
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