Alguna vez ha salido el tema del espiritismo en clase y entonces les he contado a mis alumnos que, a mis diez o doce años, se puso de moda invocar a una tal Verónica preguntándole por cosas ocultas y futuras y ella supuestamente respondía gracias un mecanismo consistente, si mal no recuerdo, en un catecismo colgando de un hilo de lana que colgaba a su vez de unas tijeras que sostenían varias personas. Pues bien, nos pasamos varios amigos toda una tarde preguntándole a Verónica las preguntas que podían caer en el examen del día siguiente. Era una tarea tediosa, porque las preguntas que podían caer eran casi cien, y Verónica se tomaba su tiempo en responder a través de nuestros deditos asustados y, según recuerdo, solo podía decir sí o no. El caso es que al final nos señaló diez preguntas. Y esas fueron las que nos estudiamos. Mas he aquí que al día siguiente no cayó ninguna de esas dos preguntas. O Verónica era un cuento chino o tenía muy mala idea y nos la jugó bien.
Yo suelo aconsejar a mis alumnos que se dejen de ouijas y demás espiritismos, porque o son un camelo y por tanto una pérdida de tiempo o, si funcionan, no puede ser por nada bueno; y que, si existe Dios, es mejor rezarle a él directamente y confiar en que, aunque desconozcamos lo oculto y lo futuro, va a pasar lo mejor. Ya san Agustín nos dejó claro que hay con Dios conexión directa.
Y entonces les cuento la historia de Verónica.
3 comentarios:
Don Epifanio:
la dichosa Verónica sigue causando estragos de vez en cuando.
Hace ya bastantes años, en un instituto y durante el recreo, le formó una bulla tremenda porque a una niña se le ocurrió invocar a la susodicha en los aseos e interpretó que se iba a morir esa noche. La de gritos, la de nervios, la de llantos que se produjeron no tiene nombre ni parangón.
Una buena tunda de bofetones se hubiera merecido.
¿Es que es imposible arrancar tanta superchería, superstición e irracionalidades?
25 neutonios desveronica2.
Don Dyhego, qué ocurrencia la de la niña. Y, encima, en los aseos. ¿Y para qué? ¿Y cómo interpretó eso? En fin, don Dyhego, que pase usted una feliz Semana Santa. Le envío mis santos neutonios.
Don Epifanio:
no me llegué a enterar de los pormenores, pero todo el instituto quedó sobresaltado, niñas histéricas, lágrimas y todo tipo de manifestaciones trágicas.
¡Cuánto tonto, la verdad!
25 neutonios cuer2.
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