El porno no produce efectos tan nocivos en todos, pero aquellos que alimentan el monstruito del porno en silencio y lamentan haber perdido mucho tiempo dándole al ratón y al manubrio hasta las tantas de la madrugada pueden encontrar un alma gemela en este actor que les puede ayudar a vencer esa adicción.
Respecto al porno hay dos actitudes que considero equivocadas: una es la vergüenza y el miedo a hablar de él y la otra es considerarlo inocente e inocuo. La primera lo convierte en tabú y, con tal de que no lo tachen a uno de ser un porneta, es mejor no hablar del asunto, que va alimentándose de ese silencio; y la segunda convierte el porno en actividad normal y aceptada y nos lleva a tachar de alarmistas a los que, como yo ahora, alertamos a los padres sobre el acceso tan fácil de los adolescentes a un material tan agresivo y adictivo. El porno es una plaga que, según compruebo, crece en silencio y por eso me gusta romper ese silencio. Al porno hay que perderle el miedo y el respeto.
La pornografía está haciendo estragos entre los varones más jóvenes, sobre todo entre aquellos cuyo despertar sexual ha estado acompañado desde el principio por ella, antes incluso de que tengan sus primeras experiencias sexuales. Es un fenómeno que no ha ocurrido tanto en generaciones anteriores, que no tenían acceso tan masivo, anónimo y variado a todo tipo de prácticas pornográficas a través de la Red.
Tiene el porno el efecto de embotar la sensibilidad sexual, de irritarla hasta el punto de que a un hombre habituado al porno puede que ya no le excite tanto ver a una mujer en bañador, sino que necesite estímulos más intensos. Con el porno, el porneta hace depender su excitación sexual del grado de intensidad de la imagen y, para mantener ese grado de excitación, tiene que ir buscando imágenes intensas y eficaces para él, lo que favorece que al final se acostumbre a prácticas, actitudes e imágenes que antes le repugnaban o le parecían inmorales o agresivas.
Recuerdo la curiosidad y a la vez la tremenda vergüenza que yo sentía en mi juventud por ver una revista pornográfica y ahora me alegro enormemente de que mis curiosidades hubiesen quedado tan insatisfechas porque así las satisfizo o más bien las superó el amor real y no las morbosas imágenes del porno.
La pornografía está haciendo estragos entre los varones más jóvenes, sobre todo entre aquellos cuyo despertar sexual ha estado acompañado desde el principio por ella, antes incluso de que tengan sus primeras experiencias sexuales. Es un fenómeno que no ha ocurrido tanto en generaciones anteriores, que no tenían acceso tan masivo, anónimo y variado a todo tipo de prácticas pornográficas a través de la Red.
Tiene el porno el efecto de embotar la sensibilidad sexual, de irritarla hasta el punto de que a un hombre habituado al porno puede que ya no le excite tanto ver a una mujer en bañador, sino que necesite estímulos más intensos. Con el porno, el porneta hace depender su excitación sexual del grado de intensidad de la imagen y, para mantener ese grado de excitación, tiene que ir buscando imágenes intensas y eficaces para él, lo que favorece que al final se acostumbre a prácticas, actitudes e imágenes que antes le repugnaban o le parecían inmorales o agresivas.
Recuerdo la curiosidad y a la vez la tremenda vergüenza que yo sentía en mi juventud por ver una revista pornográfica y ahora me alegro enormemente de que mis curiosidades hubiesen quedado tan insatisfechas porque así las satisfizo o más bien las superó el amor real y no las morbosas imágenes del porno.
En fin, para quien quiera dejar de ver tetas, pitos y culos en las pantallas y prefiera volver a la realidad; para quien quiera ser el protagonista de la fiesta y no el espectador que se sienta a ver al espectador, aquí está Terry Crews.
2 comentarios:
Don Epifanio:
supongo que el consumo excesivo de pornografía puede producir dos efectos: o que siempre se pida más y se lleguen a terrenos muy resbaladizos o que se pierda totalmente el interés.
25 neutonios.
Don Dyhego, usted lo ha explicado en dos renglones mejor que yo en varias parrafadas.
25 neutonios de bloguero a bloguero
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