Mirad todo lo que pueden decirnos las hojas de los árboles gracias a los poetas que ven en ellas mucho más que simples hojas o, mejor dicho, que las ven tan valiosas y bellas y reveladoras de la profunda y miseriosa belleza del mundo como realmente son.
El último verso es una verdad como un templo que yo percibo en cada instante de mi vida. Me siento doblemente agradecido por este poema: porque es muy bello y porque esa belleza ha llegado al mundo gracias a mi hermano Daniel.
Advertencia
Leed mis corazones igual que el barrendero
que acopia los vestigios del otoño.
Junta las hojas del millar de árboles
que una mano plantó mientras huía
y enloquecía para no morirse.
El barrendero las recoge y sabe
que en el envés se les conoce el dueño,
y las habrá de acacia, de arce, de álamo,
pero una savia las recorre a todas.
Guardadlas bajo piel, como hacen ellas
con los relámpagos del sol. Poseen
la huella de la luz, y hay dos razones
por las que pueden compararse a un alma:
por ser de oro y por haber caído.
De Daniel Cotta, de su poemario Beethoven explicado para sordos
3 comentarios:
El agradecimiento es mío por que la difundas.
Pocas veces me ha gustado tanto publicar aquí un poema.
Don Epifanio:
¡quién pudiera tener tantos corazones como hojas un árbol!
25 neutonios hojeros.
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