Quien haya vivido alguna vez la verdadera angustia en su vida, se estremecerá con este poema.
Hay una hora, dicen, que muy pocos han visto
como no sean los muertos.
Hay una hora, dicen,
en que el sol no ha salido, y se ocultó la luna,
y no brillan las estrellas.
Te sorprende esa hora
en cualquier calle, monte o huerto.
O hasta en tu propia casa. No es de día ni es de noche,
ni a la vigilia le sucede el sueño.
Las hojas en la rama
no nacen ni se secan ni se caen.
Está parado el mundo.
Empapado, lavado
por una angustia blanca en un río que no corre.
Quien ha visto esa hora ya no vuelve.
No canta ningún gallo.
No cuchichean los grillos.
Ni un mirlo tempranero silba a nadie.
Cuando llega esa hora
en que la seca muerte dice: “Yo”,
mientras pisa la hierba fragante del Edén,
mejor no haber nacido.
Tú, que sudaste sangre en aquel huerto,
envíame, envíame a aquel ángel
con su paño de angustia,
el ángel que Dios hizo
para aquellos que están en esa hora.
(Poemas descalzos)
2 comentarios:
Don Epifanio:
esa hora da mucho desasosiego y angustia. Es como la nada.
Gracias por traernos este poema.
25 neutonios sosega2.
Don Diego, Getsemaní es el ejemplo de esa dura soledad. 25 neutonios poéticos
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