de tu dedo al forjarme el espinazo
y un poco más de Ti cuando tu brazo
la modeló de mí la noche aquella.
¿Qué secreto y qué luz pusiste en ella
que me olvido de Ti cuando la abrazo?
¿Qué flores del Edén en su regazo?
¿Qué corzas y qué bálsamo y qué estrella?
¿Qué ánfora de vino deleitoso,
qué derroche fluvial, qué especia extraña
vertiste generoso y a raudales?
Ni siquiera en Caná, cuando dichoso
me emborraché contigo, ni en Betania,
me diste tantos árboles frutales.
(A MERCED DE LOS PÁJAROS, Jesús Cotta)
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