lunes, 13 de mayo de 2013

El 95% de las madres, según mi droguero

El sábado pasado un padre y una hija adolescente fueron a comprar unas medias para la madre, que les daba las directrices de la compra por teléfono. Luego el padre, quejándose de lo complicado que era comprar unas simples medias para una mujer, pidió unas cuchillas de afeitar. El droguero le sacó varias, cada una con sus pros y sus contras. ¡Aquello sí que era complicado!

El padre eligió al final la más cara, que era la que siempre usaba.

-Le digo a usted una cosa –le aseguró el droguero-: si es su mujer quien le compra las cuchillas, le compra la más barata. El 95% de mis clientas le compran la barata al marido y la buena al hijo, que se está empezando a afeitar y tiene la piel muy sensible el pobrecito.

La hija, que no había participado en toda la conversación, le dijo, un poco indignada:

-Mi madre no es así.

-Sí, la verdad –terció el padre- es que yo me cambié a estas cuchillas porque ella me las compró.

-¡Ah, entonces, es usted afortunado por pertenecer al 5% de hombres con mujeres que aún los quieren como si fueran novios!

viernes, 10 de mayo de 2013

Aforismos

1. Cuando el bien nos llama, es belleza; cuando nos convence, es verdad.

2. Lo bello casi nunca lo es tanto como para permitirse prescindir del arte.

3. Lo bello se viste de arte. Lo feo se disfraza con él.

4. A la belleza casi todo se le disculpa. Vístase, pues, la bondad de belleza si quiere tener éxito. El mal lo hace y le va bien. 

5. Si las serpientes tuvieran alas como los pájaros, no serían más bonitas, sino más feas.

6. Si no eres muy bello, séanlo al menos tus ideas y tus actos.

7. La castidad con soberbia es mucho más fea y más tonta que la lujuria con soberbia.

8. Lavarte y vestirte bien es honrar el buen trabajo que el amor de tus padres hizo contigo.

9. Belleza y arte son dioses bastante aceptables que nos libran de servir a dioses más feos.

10. A los héroes siempre los pintan guapos porque fueron buenos.

martes, 7 de mayo de 2013

Me lo contó un cura

“Cuando era párroco en el pueblo, tuve que contratar a unos obreros para arreglar el suelo de la iglesia y yo trabajaba con ellos para que me saliera más barato. Me regalaron un mono y todo el pueblo me veía calle principal arriba, calle principal abajo, con la carretilla acarreando piedras y durante el trayecto las mujeres que iban y venían de la compra me metían billetes en los bolsillos. Cuando acaba la jornada del trabajo, los currantes me esperaban para cobrar y yo me ponía a sacar los billetes del mono y todos los días tuve suficiente para pagarles. Por eso, Jesús, yo creo en los milagros.”

Claro, que lo que no he dicho es que el cura en cuestión es joven y guapo. La belleza siempre ayuda

sábado, 4 de mayo de 2013

Día de la madre

El otro día le dije a mi hermano Alfonso que yo rezaba por que nuestra madre muriese tarde y bien. A él eso le pareció poco, porque él rezaba por que no muriera. Y creo que, aun cuando no rezáramos por ella, no va a morir. Los que aman mucho no mueren, pero no porque dejen aquí un grato recuerdo, que también, sino porque el amor los salva para siempre.

El amor es más poderoso que la muerte.

El amor que has dado te salva para siempre, porque es lo único que te podrás llevar hasta allí.

El amor son las alas de la salvación.

Las alas de las madres son tan grandes que no caben en el mundo. Son lo más parecido a Dios que hay aquí.

Gracias, madres.

jueves, 2 de mayo de 2013

No me convencerás aunque me convenzas

Οὒ με πείσεις κἄν με πείσῃς.

 “No me convencerás aunque me convenzas”.

 Es una máxima griega con la que me identifico.

A veces hay gente que me convence de un asunto con argumentos la mar de razonables e irrefutables, pero algo en mí me dice que no, que eso no está bien, que no sería lo deseable. A veces ese algo no es más que prejuicios o cabezonería, pero me gusta pensar que otras veces es un sentido del bien que aún no ha encontrado argumentos para combatir.

A mí me pasa eso cada vez que alguien, con argumentos acerca de la libertad y la responsabilidad, etc. logra convencerme de que lo mejor es dignificar la prostitución legalizándola porque es un trabajo supuestamente tan digno como otro cualquiera. Me convencen, sí, pero es imaginarme a una niña decidiendo si ser de mayor médico o prosti ¡y me da un repelús!