viernes, 12 de noviembre de 2010
El superhomúnculo de Nietzsche
Nietzsche acertó en el diagnóstico: Europa estaba enferma de debilidad, mediocridad y gregarismo. Y acertó también en la receta: había que recuperar las virtudes de los fuertes: la valentía, la autosuperación, la reciedumbre, las altas metas, la belleza... Pero se equivocó en el objetivo: el superhombre, ese hombre que hace lo que quiere y que no tiene ninguna obligación para con los demás y que ni siente compasión por la debilidad ajena ni se siente culpable de sus errores, porque o no los tiene o porque no los considera errores, sino sólo aprendizaje. El superhombre, al no reconocer por encima de sí ni a Dios ni valores éticos universales, se proclama la máxima autoridad y entonces se queda a solas con su egoísmo, esclavo de sí, pequeño por muy grandes cosas que haga, porque ha matado al otro, la obligación para con el otro, el amor al prójimo, lo único que podría salvarlo de sí mismo. Hacerse uno grande matando al otro es convertir el mar en charca para que el sapo se crea un gigante. Ese superhombre acaba siendo un hombre cruel y despiadado o, en el mejor de los casos, un gran egoísta, un gran pejigueras, un gran narcisista, un gran hedonista, ombliguista, pero no un gran hombre. Ése es el inevitable fin del superhombre de Nietzsche, porque un hombre es una cosa demasiado pequeña, algo demasiado cagón y pedorro como para proclamarse única autoridad y dedicarse a sí mismo el universo. Más bien, es él el que tiene que amar cosas más grandes e importantes que él. Sólo así se hará grande e importante.
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11 comentarios:
Don EPIFANIO:
¡Menos mal que tenemos a superhombres como usted! ¡Si es que sólo le falta a usted el poder de volar!
Interesante entrada.
40 superneutonios.
Te equivocas querido Dhyego porque Jesús vuela.
Yo siempre recuerdo cuando se habla de Nietzsche esa imagen al final de su vida cuando ante un hombre que fustigaba a su caballo en plena via pública él(el creador del super hombre, el poeta ) se aferró al cuello del animal llorando e impidió así que el dueño continuara maltratando al animal.
Fue un hombre extremo y radical. Sus propuestas también pero nos dejan un poso de otra cosa, una reflexión, una orientación...no sé.
Besos y buen finde soleado.
Dyhego, nada de superhombres entre nosotros. Usted y yo somos, semos, hombres tan sólo y eso es mucho y no hay que querer más. Me han sentado de maravilla los 40 superneutonios. Me ha crecido el bíceps. Reciba usted los míos.
Blimunda, pienso como tú. Fue un hombre singular. Seguramente si viera lo que se ha hecho ahora con su mensaje, se echaría a llorar también. Buen fin de semana.
Nietzsche y, su contrario, Hegel son los monstruos de la modernidad, porque los dos pretendieron la anulación de la postura contraria dando valor absoluto a sus propios argumentos. Los dos cayeron en el profundo fallo, como tu das a entender, de considerar al hombre más de lo que es.
Pero comparto lo que decís Blimunda y tú: Nietzsche deja un extraño poso, traducible como un revulsivo contra el racionalismo. De todas maneras, sigo desconfiando de Nietzsche, prefiero a Sócrates, Platón y a San Agustín: hombres que llegaron a una conclusión: el hombre no es solo sentimientos ni razón, es algo más, algo que combina estas dos cosas y le da una nueva dimensión: la trascendencia sincera.
Un Saludo
Un Saludo
Antonio, el hombre ya es un proyecto muy grande para el hombre y por tanto creo un error ponerle aún una meta más alta, el superhombre, que no es sino un monstruo. De los tres filósofos que citas, creo que Platón era el menos realista. Me parece a mí que mata un poco al hombre real y concreto. Un abrazo.
Genial.
Esta entrada va a mi archivo: "de blogs". Alli va lo que quiero releer.
No comento mucho, pero no me pierdo ni un post, ni me pienso perder.
Varenka, me has alegrado la jornada. Me alegro mucho de que te guste. Un abrazo.
No conozco a ningún superhombre.
Lolo, yo tampoco. Lo que sí conozco es a algunos que se lo creen. Buen domingo.
Post memorable Jesús. Va a ser que todos los mandamientos se resumen en dos..Y, como decías el otro día, qué poca publicidad le damos a lo nuestro.
Lolo, ¿no conoces ningún sapo que quiera charcas en vez de mares? Suerte la tuya.
Sobre la libertad y el miedo: http://libros.libertaddigital.com/el-precio-de-la-libertad-1276238358.html
Elena, leeré eso sobre la libertad y el miedo. Nos hace falta en este país donde la gente sólo quiere seguridad y comodidad. Un beso.
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