jueves, 10 de marzo de 2011

Obras de misericordia

En las caras de muchos alumnos míos se dibuja un asombro puro y total cuando les transmito el tesoro de sabiduría acumulada durante miles de años. Me miran como si les acabara de mostrar las fuentes del Nilo. Sin querer los contamino de mí, para bien o para mal. Me gusta pensar que, por muy mal que lo haga, se me perdonarán mis pecadillos al final de mis días, porque he dedicado mi vida a una de las obras de misericordia que aprendíamos en el catecismo: enseñar al que no sabe y, lo que es aún más meritorio, enseñar a veces al que el Estado obliga a aprender contra su voluntad.

Las otras obras de misericordia (vestir al desnudo, dar de comer al hambriento, de beber al sediento, visitar al preso...) las tengo un poco descuidadas. Me conformo con tranquilizar mi conciencia como buenamente puedo. Pero a veces pienso que quizá debería escribir menos y salir a las calles, irme a las Tres Mil Viviendas todas las tardes a enseñar a los gitanillos a escribir poesía o a las casas de los sidosos desesperados o a acompañar en el último momento a los que, si no voy, van a morir a solas. El dolor del mundo es mucho y escribir me parece muy poquita cosa para erradicarlo.

Por eso hoy quiero rendir un homenaje para los que no tienen, como yo, sólo remordimientos y buenas intenciones, sino que hacen mucho mucho por los demás, discretamente y con una sonrisa.

14 comentarios:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

¡Va por ellos! te ennoblece el reconocerlo al menos. Otros no tenemos ni siquiera ese valor.
Saludos.

Anónimo dijo...

:-)

Blimunda dijo...

En una pelicula, "La mascara", escuché que la enseñanza es un estado de gracia. El poco tiempo que dí clases lo sentí, como tú al ver ese asombro puro por lo qué les transmites a tus alumnos.
Eso Jesús, y la poesía que escribes palian muchísimo el dolor de este mundo, estoy segura.

Jesús Cotta Lobato dijo...

No cogé ventaja, en tu comentario ya lo estás reconociendo. Ahora nos falta a los dos hacer algo.

Umpalumpa, gracias por la sonrisa.

Blimunda, también es un estado de gracia el del alumno deseoso de aprender. Y, bueno, esa es mi esperanza: que la poesía, además de ser hermosa, sirva para algo hermoso.

lolo dijo...

Las obras de misericordia son el imperio de la ternura. Vaya tu homenaje por los emperadores que no saben que lo son.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lolo, esos emperadores son los que más admiro, aquellos que no pueden soportar el dolor del mundo y siempre les parece que hacen poco por mitigarlo. Esta entrada y mi oración por ellos.

Anónimo dijo...

Me uno al homenaje de héroes anónimos, entre los cuales tú te encuentras, que hacen obras realmente extraordianrias y que con sus acciones logran llevar ilusión y esperanza a los que tanto la necesitan ...

Un abrazo

Jesús Cotta Lobato dijo...

Manuela, no me encuentro entre ellos, pero gracias. Sé que unirte a ese homenaje significa algo más que palabras.

Anónimo dijo...

Me sumo a tu deseo...¡hay tanta gente que tiene necesidades basicas...!
Bienaventurado tú que se te intuye "limpio de corazón".

Jesús Cotta Lobato dijo...

Anna, muy limpio de corazón no soy, pero gracias.

Las hojas del roble dijo...

Únome al homenaje
Abrazo, Cotta

Jesús Cotta Lobato dijo...

Otra cosa que tenemos en común, Julio.

Naranjito dijo...

Querido Maestro yo tampoco soy muy limpio de corazón que digamos, pero si tengo que hechar una mano la hecho.
Por cierto, si sigues escribiendo, ten por seguro que ayudas a mucha gente. A mí, sin ir más lejos.
Un estrechón de manos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Naranjito, estrecho tu mano y te doy un abrazo. Hoy me has llegado al corazón.