Ayer fui de excursión con mis alumnos a ver el Museo Arqueológico y algunas iglesias de Sevilla. Y he aquí que pasamos por el Gran Poder. Un compañero nos dijo que, según es tradición, el Señor de Sevilla concede lo que uno le pide, pero a cambio de otra cosa que cuesta, pero que uno puede dar.
Yo besé el talón del Gran Poder y le pedí dos cosas y, nada más salir del templo, me llaman por teléfono para darme una estupenda noticia que era ni más ni menos el cumplimiento de la primera de mis peticiones. Me quedé literalmente atónito y sin palabras.
¡Gran Poder, qué gentileza y rapidez la tuya! ¡Cuánto me debes querer para atender a una súplica que era más bien egoísta y poco espiritual, pero que deseaba tanto!
Y ahora estoy intrigado (y preocupado) por lo que me pedirá a cambio y espero dárselo con la misma alegría y presteza que él para bendecir con mi dádiva a quien más lo necesite.
Y, para que conste en mi cuaderno de bitácora este merced milagrosa y personal que el Señor del Gran Poder me ha hecho, firma aquí Jesús Cotta Lobato, agradecido no sabéis cuánto.
2 comentarios:
Don Epifanio:
Suerte tiene usted de que se cumplan sus deseos. ¡Que siga la racha!
25 neutonios racheros.
Don Dyhego, como le digo, fue increíble la celeridad con que se cumplió. Reciba usted mis neutonios.
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