Las campanas siempre se han llevado bien con la poesía. Los ángeles las tocan para que el poeta despierte y escriba lo que ellas tengan a bien decirle.
Llaman las campanas. Arden
los tejados. Y se apagan
en el cielo los espejos
azules. En la balanza
del sueño y de la memoria
hay campanarios y plazas,
hay golondrinas y sombras
de silencio en las fachadas.
Vuelven las visitas tristes,
vuelve a sonar la campana
de la iglesia. El tiempo es agua.
Yo soy cristal de ventana
de una tarde de domingo
de primavera lejana.
Juan José Vélez Otero
2 comentarios:
Don Epifanio:
Las campanas deberían ser declaradas patrimonio de la humanidad.
25 neutonios campaneros.
Es lo primero que quiero oír cuando muera.
25 neutonios campaneros
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