Para los que creemos que el mundo no está a merced del ciego azar ni regido por un karma justiciero, sino bendecido por la Providencia, es más lógico dar gracias que quejarse. El gran Héctor, por ejemplo, cuando supo que Aquiles lo iba a matar, no maldijo a Zeus por abandonarlo en ese último momento, sino que le dio las gracias por todas las ocasiones en que lo había protegido.
Para los que quieran dejar la quejumbre y pasarse al bando de la gratitud, he aquí este magnífico poema de Miguel d'Ors
QUEJAS
Que no te favorezco –te quejas, con mohines
de adolescente tonto-. Me sonrío
pensando cómo vas a avergonzarte
cuando ante Mí, con tu mirada ya
definitivamente liberada
-y no te falta mucho-,
veas con lucidez inapelable todos
los virus vagabundos que aparté
de ti, los reventones de neumático
que te evité, cuántos atracadores
empujé en dirección opuesta a tu cartera,
cuántas tejas retuve al pasar por debajo
tus hijos, cuántos guardias civiles os distraje
por esas autovías;
Y no te digo nada cuando sepas
lo que una tarde hice por librarte
de un jabalí furioso, en Belabarce
-vas a quedar pasmado-, poco antes de tu boda.
Y tú, querido hijo, sin enterarte nunca
del chorro de favores que Yo iba disparando
sobre cada minuto de tu vida.
Y encima protestando.
(Átomos y galaxias, de Miguel d’Ors)
1 comentario:
Ternura de Padre, y encima protestando. Gracias, Cotta.
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