Pues hete aquí que, buscando para mis alumnos máximas en griego antiguo, di con esta página. Cuál ha sido mi sorpresa cuando, en las locuciones de la letra ómicron, veo que la traducción que da de cierta máxima, en vez de ser "A Hipóclides le trae sin cuidado" o algo similar, es ni más ni menos que esta: "A Hipóclides se la suda".
Esa expresión es de una vulgaridad asquerosa. Que esté tan extendida en nuestros días dice muy poco de nosotros.
El traductor debe creerse de lo más original por traducirla así, pero olvida que en el original no suena tan rematadamente repugnante, sino tan solo cortante y fresca.
El otro día les pregunté a unos veintidós alumnos encantadores quiénes no decían nunca palabrotas y ninguno levantó la mano. Fingí escandalizarme, aunque me lo esperaba.
Mi cruzada contra las palabrotas no se debe al puritanismo, sino al amor por la elegancia y a la convicción de que un lenguaje vulgar contribuye a un pensamiento vulgar.
Les digo a mis alumnos algo como esto: "La sensación que me producís cuando os oigo decir una palabrota es la misma que me produce un perro muy bonito al que veo en la calle y, cuando me detengo a acariciarlo, va y vomita. No se debe vomitar en cualquier sitio".
Pero, claro, la wikipedia y la tele y tantos personajes importantes no me ayudan mucho en esta cruzada mía.
4 comentarios:
La traducción tan "libre" del redactor de esta página de Wikipedia revela, a mi entender, unas incontenibles ganas de dar la nota.
Los vulgarismos pueden ser útiles en la lengua escrita a la hora de reflejar el habla de unos sectores concretos de la sociedad o dotar de cierto carácter informal al texto, pero incluso en este último caso, si se usan en exceso, rebajan el nivel del escrito y lo transforma, de desenfadado, en chabacano y de mal gusto.
En las traducciones sólo tienen sentido, desde mi punto de vista, cuando se aborda un texto escrito en una lengua moderna y no hay equívocos a la hora de establecer la equivalencia, es decir, que el traductor sabe de buena tinta que el uso de una determinada expresión en el idioma original realmente se puede entender como un vulgarismo, si el contexto acompaña, etc.
Sin embargo, a la hora de traducir un texto clásico pierde toda su justificación, resulta irrelevante que los griegos la dijeran a todas horas, que el tal Hipóclides bailara sobre su cabeza (curiosa expresión, ¿sabe usted qué significa exactamente?) o llevara una borrachera antológica. Por mucho que bailara sobre su cabeza, no podemos considerar a Hipóclides un rapero del siglo XXI y poner en su boca expresiones del siglo XXI, y mucho menos una tan malsonante.
Le felicito por su blog y por su "Topicario" (que leí este verano y me encantó), y le animo en su cruzada contra la palabrota, aunque confieso que yo no estoy libre de pecado y tampoco habría levantado la mano en clase. Un saludo.
Nyx, gracias por explicarlo tan bien. Poner a los griegos antiguos usando nuestros vulgarismos y tacos es anacrónico y grosero. Otro día habrá que hablar de este afán de nuestra época por rebajarlo todo. Y, en fin, en mi opinión, se puede decir que uno no dice palabrotas si solo se le escapan cuando se pilla el dedo con un martillo. El palabrotero las suelta igual que suelta conjunciones y adverbios. Reciba usted mi saludo.
Don Epifanio:
más que decir o no palabrotas, lo más preocupante es que la persona que las dice no sepa refrenarse en determinados momentos o situaciones.
Creo que tenemos que dominar la lengua no que ella nos domine.
Me temo que cada vez digo más tacos, aunque muchos sean en la intimidad o susurrando. A veces, hasta yo mismo me asusto.
25 neutonios educa2.
Don Dyhego, lo ha descrito usted muy bien.
En cuanto a eso de decir más tacos, no es la primera vez que mis amigos me dicen eso mismo de sí mismos. Quizá sea cuestión de la edad. Yo intento moderarme, porque no quiero convertirme en un viejo mal hablado. Pero mi tendencia natural es también a soltarlos con frecuencia. Se me ocurre una solución: soltarlos en latín.
25 neutonios impolutos
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