Milagro del amor y del respeto, del aprecio de una tradición venerable, he aquí que mi amigo Felipe, que no siente necesidad alguna de trascendencia ni religiosidad, ni ve necesario postular un ser primero, superior y originario para explicar el cosmos; que considera este como el hecho primario y originario más allá del cual es absurdo remontarse y del cual somos una imprevista consecuencia, un hecho accidental, contingente y casual; que opina que la inteligencia no alcanza la verdad sino una ilusión de conocimiento que, mira por dónde, funciona y que solo es cuantitativamente distinto del que tiene, por ejemplo, un lince; que considera al hombre un ser totalmente material y mortal; que no cree que Jesús fuera la encarnación del Logos, sino solo un hombre; en fin, Felipe, que ha ido a Roma de visita con su familia, ha subido de rodillas la Santa Scala, aquella que se trajo santa Elena, madre de Constantino, de Jerusalén, y que todos los peregrinos suben de rodillas y rezando porque, según la tradición, son las escaleras del pretorio que subió Jesús al ser juzgado por Poncio Pilato.
Le he preguntado si rezaba un padrenuestro en cada peldaño y me ha dicho que no, sino que solo quería participar de esa tradición con su mujer y sus hijos, que sí que creen, y con los demás peregrinos.
Desde luego, si existe el Cielo y me muero antes que Felipe y resulta que soy digno de estar con Homero, Dante, Tolkien, san Juan de la Cruz y todos los grandes y buenos, y veo que algún ángel un poco tiquismiquis se opone con mil razones a que mi amigo Felipe suba al cielo alegando su perfecto ateísmo, yo gritaré en pleno juicio: "¡Protesto! Felipe ya ha subido al cielo en la tierra, en concreto en Roma". Y mostraré como prueba el vídeo celeste de su ascenso. Y entonces el Cielo entero le abrirá las puertas.
Lo garantizo.
4 comentarios:
Ahhhh Sr Cotta si creo que usted va a defender a su amigo Felipe , su corazón entiende la compasión ,está más allá de la religiosidad llamase cristiano o ateo son etiquetas , el mundo necesita personas compasivas y que amén sin necesidad al otro .
Saludo a usted de corazón a corazón
Rosna, ¡qué bien me trata usted! Hagamos un pacto: en el más allá nos echaremos un cable el uno al otro. Reciba también usted toda mi simpatía.
Mil gracias, Jesús, qué buen pasaporte.
Yo tenía un amigo, también incrédulo, que hacía esos sacrificios y muchos más, por si acaso la experiencia post mortem es como la anuncian los creyentes: no tenía nada que perder y, después de todo, tampoco es tanto el sacrificio. Es una variante religiosa que bien podríamos llamar pragmática. Confieso que en la Scala no pensé en él, pero ahora lo comprendo un poco mejor.
La experiencia tiene su interés por la incomodidad del ejercicio, casi doloroso, las reminiscencias (santas o históricas) de los peldaños y los crujidos de la añosa madera en medio del silencio, que hermanan a los que, sin conocerse, comparten el momento.
Felipe, gracias por tu comentario, que le da a mi entrada lo que le faltaba: las razones y vivencias y sentimientos que te asistieron en ese momento. Eso es más interesante que todo lo demás. Recibe mi abrazo y mi amistad agradecida.
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