Aquí estoy bajo la luz cenital de la iglesia de los Mártires en Málaga. Viernes Santo por la mañana. Iba con chaqueta y corbata porque acompañaba a siete mujeres con mantilla.
La luz rebota en mi calva y me transparenta las orejas y mi hermano inmortalizó el momento. Casi casi estoy a punto de levitar.
Hay algo sublime en los templos y en la oración. Mi duda constante acerca de si al orar me está escuchando alguien pierde importancia cuando pienso que, exista o no Dios, lo que hace grandioso al ser humano es precisamente tener conocimiento de lo divino o de su posibilidad. Vivir en esa posibilidad es lo más lejos que yo puedo estar de la materia.
Aun cuando Dios no exista, me salva de lo soez.
3 comentarios:
Don Epifanio:
espero que su rezo sirva para que usted siga siendo un tipo majo y buena gente.
25 neutonios.
Es que usted me aprecia mucho, don Dyhego. Por cierto, me acordé de usted en mis rezos. Reciba mis místicos neutonios.
Don Epifanio:
muchas gracias.
Publicar un comentario